¿Cuadros pintados con vino? Sí es posible; la técnica ha sido descubierta por José del Olmo, madrileño afincado en un pequeño municipio al norte de Madrid, pero manchego de adopción (su mujer es de Consuegra, Toledo) y por ello siente una atracción irrefrenable por pintar los emblemas de La Mancha más icónicos como los molinos de viento, las viñas y más aún poder hacerlo con el vino como pigmento. Además, «es un placer pintar porque además vas sintiendo sus aromas», añade Del Olmo. «El vino nos gusta a todos y ver una obra acabada con vino, cuando menos, nos sorprende».

Una técnica en estos cuadros de la que admite «no sabe como evolucionará porque el vino es materia viva y evoluciona. No sé porque pero a lo mejor, dependiendo del tipo de uva, me he encontrado cuadros que se han aclarado y otros que se han oscurecido», matiza.  Por ello, cuando tiene delante un copa de vino, lo primero que hace es observar su color. Casi siempre mejor con tinto. Considera a los tintos jóvenes de La Mancha «excepcionales por su fuerza cromática y su reflejos violáceos».

Cuadro alegórico de Las Meninas de José De Olmo

Sus motivos y temáticas son variadas. Desde retratos (bastante realistas, por cierto) de jugadores famosos de fútbol hasta toreros, paisajes o también encargos. El juego de sombras (bicromático) le aporta además una interesante riqueza de claroscuro en sombras que cambia por momentos conforme evoluciona el vino. Por eso, el «cuadro pintado con vino es tan interensante», explica Del Olmo, apasionado de la acuarela.

Del Olmo compagina pincel con botas montaña, su otra gran pasión, a la que no puede resistirse. Cuando el estudio le ahoga y necesita respirar coordina rutas de sendirismo en montaña através del GR-11. Algo que puede realizar a menudo desde la Sierra en Madrid.

Un pintor que incluso se atreve a emular a Velazquez, pintando las famosas Meninas en el licor de Baco.

 

 

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