Si hay algo mediterráneo es el alterne. Hablar con comida y bebida es lo nuestro, maridamos el líquido con el sólido muy bien– demasiado bien-. En estos tiempos de prisas y preocupaciones sigue teniendo vigor la sana tradición del aperitivo, esa copita de vino u otra bebida sana con una tapita que abre apetito al malcome y quita ansiedad al comilón. La hora del vermú lo llaman.

Han sido millones de «chatos» de vino lo que han dado gloria a ese momento de relax, antes de ir a comer, donde calmas las aguas y levantas el buen ánimo, siempre en compañía, porque un servidor piensa que no se debe beber a solas, ni siquiera el mejor vino de La Mancha.

En los Restaurantes servimos también un abrebocas o aperitivo, que es una declaración de intereses al demostrar el arte y disposición de la cocina y equipo. Y en algunos casos sirve para explorar nuevas posibilidades gastronómicas, valga decir que las clásicas aceitunas son el más aplaudido por los siglos de los siglos. En la foto tenemos uno del os aperitivox más saludables que he probado este mes: chupito de crema de melón y sandía, y en el platillo una ensalada. La forma más original que haya visto de servir una ensalada pues, debajo de la tierra (hecha con galleta de cucurucho y algo de color) hay una crema de tomate.

Así damos paso a la comida de otro humor, porque también comemos con los ojos.

Maridaje y servicio

Y para darle más gusto al cuerpo, ha sido y será servido junto a un rico vino blanco joven de la variedad Airén, de la D.O. La Mancha, que creo es de los mejores preludios que hay para cualquier ágape.

El vino joven como mejor está es a baja temperatura. La ideal ronda los 8ºC. Por otra parte, recomiendo una copa tipo Burdeos para oler mejor los aromas afrutados y saborear sus toques juveniles.

¿Qué sería de la vida sin esos momentos de placer, acompañados por un buen vino manchego y mejor compañía?

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