Llegado el mes de agosto, la uva entra en un proceso fundamental de maduración, periodo, clave y previo a la vendimia, donde las uvas transforman su color, abandonando la tonalidad verdosa para adquirir una violáceo o amarilla, en tintos o blancos, respectivamente. El calor es normal y hasta elemental para que la baya transforme sus azúcares, ganando en equilibrio de acidez, hasta que llegue el momento óptimo de maduración, y los técnicos consideren oportuno su vendimia. Suele ser unos 40 o 45 días después. Aunque varia de unas variedades a otras.

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