Si hay algo imprescindible en las mesas occidentales es el Pan, un alimento base. Su elaboración es bien sencilla- de ahí que este presente en las dietas mediterráneas-. A partir de harina de cereales, mayoritariamente trigo, sal, agua y en muchas ocasiones levadura. En oriente medio se cocina mucho pan ácimo, sin levadura.

El pan además tiene un valor en lo simbólico a nivel religioso, porque en la Pascua Judía ó Pesaj, así como en la Eucaristía Cristiana se utiliza de manera simbólica. En la tradición hebrea se hace ácimo rememorando la salida de Egipto, cuando aún no se fermentó el Pan, y para la cristiandad representa el cuerpo de Cristo.

Sea como fuere es un elemento muy importante en nuestra gastronomía, con un valor nutritivo importante, y culinario, porque un buen pan da muchos puntos a favor, y un mal pan se carga el trabajo del resto de la comida y servicio.

Dos eternos acompañantes

Tenemos cientos de tipos de pan, pero a grosso modo se dividen en panes de masa ácida, sin levadura, levados, sin gluten y al vapor o fritos, claro está luego el toque del panadero.

El pan, al igual que el vino, hace de nuestras comidas algo especial. Le da el toque que tanto caracteriza a los españoles y a los manchegos. No hay nada mejor que rebañar el plato, la salsa, con un trozo de pan y tragarlo con un buen vino de La Mancha. El regusto es exquisito. El maridaje es incomparable.

Raro se me hace quien, en una comida, no moja el pan en la salsa, o quien no lo acompaña con un buen vino, sea cual sea. Con lo cerca que está el cielo y muchos sin tocarlo.

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