hoguera de san anton

San Antonio Abad, más conocido popularmente como San Antón, se celebra en numerosos pueblos de la comarca manchega cada tercer fin de semana del mes de enero. Incluso más intensamente el mismo día 17 de enero,  en algunos como Santa María de los Llanos, en plena Mancha conquense donde tienen el privilegio de celebrar los primeros carnavales del año.

La tradición secular de generaciones sumerge al paisano en estas celebraciones que engloban junto a San Sebastián, los llamados ‘Santo Viejos’ del frío mes de enero. Encuentros familiares junto a las hogueras que se aderezan junto alguna parrillada de pitanza y algún que otro dulce o pasta   (en puntos como Alcázar de San Juan, se remojan las famosas ‘tortas en sartén’ con chocolate), todo ello, junto a un trago de vino a tiempo, sin duda, ayudan a combatir las gélidas jornadas de invierno, apagado,  austero y recogido tras las fiestas de Pascua navideña.

Hogueras de San Antón
Junto a San Juan, las hogueras tienen en San Antón un significado casi ritual

Es, casi diríamos, la última licencia y empacho que nos permitimos en La Mancha antes de enfilar las fiestas de Don Carnal, ya en febrero, y más adelante, después, las privaciones de Doña Cuaresma.

Patrón de los animales

Devotos de las costumbres más  populares, San Antón nos rescata de la memoria aquel recuerdo tierno e infantil de los que han tenido alguna vez mascota. No hay párroco que no haya vertido su bonachona protección del santo,  bendiciendo la fiel testuz de perros, gatos, conejos, canarios y  un sinfín de compañeros de juegos para muchos niños.

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El origen cierto e histórico, prácticamente se pierde en la noche de los tiempos, si nos remontamos a la veneración de San Antonio, una festividad que cristalizó en arraigo social durante la Edad Media, hundiendo sus raíces en el Bajo Imperio Romano (se cuenta que falleció en el 356 en el Monte Colzim, cercanías del actual Mar Rojo) no sin antes retirarse a la vida contemplativa y ascética en el desierto, tras vender sus posesiones para los más necesitados y realizar una serie de milagros curativos con animales.

 

El más conocido de ellos fue la curación de dos pequeños jabatos, que le supuso la amistad fiel y duradera de la jabalina. La iconografía posterior cristiana ha barnizado después la estampa del santo con bondad monacal y la figura de un cochino a sus pies. Es el conocido ‘gorrino de San Antón’, que todavía en numerosos pueblos manchegos se sortea. Según la tradición, el animal pastaba por los calles siendo alimentado y respetado por sus vecinos hasta que engordar en peso para su matanza.

Aprovechamos la ocasión para felicitar las fiestas de San Antón en aquellos lugares donde se celebran especialmente. En Villacañas, su cooperativa San Antonio Abad, sus vinos llevan en su logo, la figura del santo y el cochino.

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