Reatas de mulas junto a la Posada de los Portales en Tomelloso

Han madrugado para una cita importante para ellos. El carro rebosa mosto y trabajo en unos racimos de airén, recién vendimiados.  Una construcción de falsa bóveda con piedras labriegas,  típica en la zona, pronto nos ubica. Es un bombo. El ambiente es afanoso a la par que festivo mientras se deslizan por el aire palabras y expresiones que rezuman recuerdo. La estampa es en color pero la nostalgia se respira en sepia.

Una imagen que más de un turista urbano no dudaría en clavar en su retina actual de móviles modernos a golpe de selfie e instagram.

 

 

 

Por un instante, viajamos al pasado, en una casa de quintería donde gañanes y carreros disponen sus mulas y aperos para las tareas de vendimia. Con una sutil diferencia. Las mulas son aparejadas en el carro con premura y la vez disfrute, casi recreándose en vestirlas para una ocasión especial.

 

Imagen de antigua vendimia en La Mancha con mulas
Imagen de antigua vendimia en La Mancha con mulas

Con la moderna tecnología, pasaron a un segundo plano. Sin embargo, hay lugares, como Tomelloso, donde no quieren olvidar el trabajo de la que fuera compañera de fatigas en el campo. Nos referimos a las largas temporadas cuando el gañán y la mula compartían de sol a sol el esfuerzo de tareas agrícolas.

Por ejemplo, en las quinterías. “En una palabra, era vivir con ellas. Se les hablaba porque se pasaban días con ellas, y había algunas que estaban muy bien enseñadas”, explica Eulogio Benito. Es el tesorero de la asociación cultural de Mulas y Carreros de Tomelloso. Desde hace años, dedican su tiempo y ocio a “recuperar estas tradiciones para que las generaciones más jóvenes no olviden las raíces”.

Un carrero en Tomelloso vendimia tradicional DO La Mancha

Como admite, Miguel Díaz, el presidente del colectivo, el oficio de los carreros quedó relegado a una profesión del pasado con la llegada de la tecnología. El tractor permitió a la agricultura occidental ser más moderna y competitiva, dejando a las mulas en una pieza de museo, como documento vivo y antropológico.

“Cuando nosotros no estemos, esto habrá desaparecido. No creo que la gente joven siga manteniendo esta tradición”, recalca con resignación Díaz, mientras acaricia el aparejo de una mula, casi con el mismo cariño que le dedica a observar si tiene alguna herida o rasguño.

Desde la Asociación de Mulas y Carreros de Tomelloso creen que “es importante que los más jóvenes no olviden la importancia de las mulas”, porque son “el testimonio del crecimiento económico de pueblos de La Mancha, en los años 50 y 60”. “Tomelloso es hoy lo que es en su agricultura y su industria vinícola gracias a las mulas”, sostienen.

La ocasión vino por la vendimia tradicional celebrada con apego en Tomelloso, como ambiente previo a su feria, durante la última semana de agosto.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí