Vino y hallowine

A estas alturas, a pocos se les escapa el origen de una fiesta imbricada en nuestro calendario. Ya sea por dictados de la propia globalización, bilingüismo en los programas educativos o simple asimilación cultural, lo cierto es que Halloween ha arraigado en nuestro calendario actual como santo y seña de una jornada imprescindible para el otoño.

La fiesta es de origen pagano y céltico (o lo que es lo mismo, de costumbres anglosajonas más allá del sustrato grecolatino en el norte de Europa, entendiéndose como Celta en estricto sentido histórico, para todo el influjo cultural del continente europeo en la I Edad del Hierro 1.200 a 400 ac).

En la antigua Irlanda era conocido como Samhaín (cuyo significado etimológico es “final del verano”)  marcando el fin del solsticio de verano, final de las cosechas y comienzo del otoño, como transición al invierno. Un periodo donde los días se tornan más cortos y las horas de sol se reducen para los climas templados. Todo un reto para las sociedades celtas que habitaban en latitudes más altas, donde el solsticio invernal es mucho más severo. Resultaba acuciante aprovisionarse de alimentos y rogar a las divinidades una protección frente a la oscuridad con el sacrificio de animales.

En ese reclamo sobrenatural, con el samhain, la tradición céltica cuenta que los espíritus de los difuntos retornaban a las casas para transitar entre sus familiares. Se les dejaba el fuego del hogar encendido, alguna vela e incluso comida como vitualla en su periplo hacia la luz, el descanso eterno junto al disco solar, divinidad por excelencia del verano. Una coincidencia curiosa en el viaje de ultratumba que coincide con otras civilizaciones más complejas como la propia egipcia.

 

templo_druidas
Fuente: http://biblioteca.acropolis.org/

Por ello, Halloween, como heredera cultural del Samhain ha recogido el gusto por lo tétrico y tenebroso, pero también la costumbre de regalar dulces y caramelos a los niños que acuden, como “visitantes y espectros del otro mundo” para asustar a los mortales, en el aquel famoso ‘trick or treat’ (trato o truco). 

A niños y escolares les gusta el disfraz, frivolizando el terror, jugando a ser, por una tarde, al menos, ese monstruo o fantasma que tanto miedo les da durante las noches de almohada, mesita y armario. La víspera del 1 de noviembre todo se torna de misterio, oscuridad, telaraña y fantasmagóricas presencias. Simboliza el triunfo de la noche sobre el sol…Winter is coming que dirían algunos.

 

Cruz celta
Fuente: www.tumblr.com

Con la romanización del continente, los druidas celtas fueron desapareciendo sobreviviendo más allá de los limes del imperio: la frontera del Danubio, el Rhin para las tribus germanas y sobretodo, el impenetrable muro de Adriano en Escocia, donde pocas legiones atrevieron a adentrarse.

Religión cristiana e Imperio romano terminarían por aparcar la fiesta del Samhain, que sobrevivió como costumbre ancestral en lugares como la actual Irlanda (curiosa y paradójicamente uno de los países en la actualidad con mayor cristalización del catolicismo en el seno de su sociedad).

Vino + Halloween = Hallowine

El vino, como elemento cautivador, que embriaga los sentidos, tampoco esconde sus coqueteos con el mundo de las ánimas. Calabazas (rellenas de candiles que recuerdan a la tenebrosa leyenda de Jack), tonos ocres y misteriosos candelabros comparten protagonismo con el vino, por supuesto, más sutil cuando es tinto, por aquello del símil sagrado y recurrente de la sangre.

Pero no se trata de recurrir a la mística sino al juego lúdico y la diversión, como tan sanamente hacen nuestros más pequeños, convirtiendo a Halloween, en eso, en un juego, una fiesta cada vez más importada.

 

Halloween-themed bottle stoppers
Halloween-themed bottle stoppers

Miles de objetos recurrentes se ocurren para encontrar en las simpáticas calabazas su naranja sonrisa de vela. Accesorios existen por doquier para brindar entre sonrisas maléficas (picaronas), brujas y simpáticos esqueletos. Nosotros proponemos un maridaje para disfrutar más aún el Hallowine:

 

Para comenzar la noche, un tinto joven puede ir bien. Sus toques frutales, y juventud tan preciada en los conjuros y brebajes por su fuerza le aportará a la noche ese toque necesario para “perder el miedo” a la tenebrosa velada.

n tinajas de barro como éstas, se produce una fermentación de tintos jóvenes

La segunda opción, depende del gusto. A los aficionados de vinos con mayor estructura, les sugerimos un crianza, o quizás un reserva…que “llama a gritos” armonizar con platos de carne…si además, viene poco hecha…saciará el sediento apetito carnívoro de algunos…

copa de vino tinto

Si prefieres digestiones más livianas con carnes más ligeras (aves) un tinto roble con menor paso por madera no les hará perder el recuerdo frutal de los tintos.

Llegando a los postres, el reclamo es para los más golosos. Huesos de santo y buñuelos se convierten en tentación irresistible…en altas horas de madrugada. ¿Quién no vendería su alma al diablo por un sabroso buñuelo acompañado de una copa de blanco moscatel…?

Buñuelos

¿Y qué pasa con el espumoso? La opción está servida, por supuesto solamente válido para mayores de edad. Para recibir a los espíritus disfrazados, cambiemos el ‘truco o trato’ y la golosina por una copita de espumoso. Mejor semiseco por eso de la chuche.

 

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