Cuenta Vanity Fair que las seis mil botellas de vino rosé de la viña de la Costa Azul, propiedad de la pareja de actores Angelina Jolie y Brad Pitt, se agotaron en apenas cinco horas de su puesta a la venta por Internet.
Se trataba de una «reserva en exclusiva» a 105 euros cada lote de seis botellas, anunciada en febrero con un despliegue sin precedentes, y desde la web de Miraval-Provence miles de personas ya están reservando contra las 100.000 botellas restantes de la viña de cincuenta hectáreas de la finca de 500 adquirida por la pareja cerca de la ciudad de Brignolles, y que incluye también un palacete del siglo XVII que les sirve de residencia estival.
El exitazo de la operación tiene, a nuestro juicio, tres elementos clave del buen marketing vitivinícola, además de la explotación de la imagen de dos estrellas mediáticas, sobre la que pivota toda la estrategia, y que no es nueva en este mundo (recuerden a Iniesta):
- El primero está claro: que el producto sea de calidad. Angelina Jolie y Brad Pitt se asociaron a una familia de viticultores franceses, los Perrin, para elaborar sus caldos, bautizados con el nombre de esa propiedad, “Miraval Côtes de Provence”
- El segundo fue utilizar el concepto «exclusivo» para esta primera reserva: un concepto maravilloso en el marketing, pues disminuye la sensibilidad al precio (es más: debe ser caro)
- Y el tercero es protegerse contra las críticas que pudieran venir del mundo de la crítica. La primera botella fue enviada a Thierry Desseauve, primer crítico en catar el Miraval, que contó a Reuters lo siguiente:
«This one was very fresh, very fruity, very exuberant on the aroma side, but also round, supple and fresh and energetic so for my standard of tasting wine, it was a very good wine. I gave it a 91 point out of a one hundred scale. . . It was also a good vineyard for years and maybe for more than one century so it was possible to do a good wine, to do a better wine than before because the owners before weren’t very focussed on wine producing»
