Después de la cosecha, la conservación y estabilización del vino, los análisis de laboratorio y el filtrado llega la hora del embotellado, una tarea que no siempre lleva consigo el etiquetado, pues en muchos casos el vino continuará su crianza en la botella.
Cuando hablamos de vino todos lo identificamos en su botellas de cristal vestida elegantemente con sus etiquetas, su corcho y su cápsula, pero hasta llegar a ese punto muchas personas han intervenido en crear ese vino como son los agricultores, bodegueros, enólogos, comerciantes,…
Una vez que tenemos el vino correctamente analizado, estabilizado y filtrado se puede proceder al embotellado, para lo cual no hay un estandar, pues en cada bodega se realizará de una forma o con un sistema:
- Cadenas de embotellado con maquinarias complejas que limpian las botellas, las llenan, pasan por una máquina de encorchado, otra pondrá la cápsula y la sellará y por último se viste la botella automáticamente con sus etiquetas y la tirilla de garantía de la Denominación de Origen La Mancha. En este tipo de plantas embotelladoras varios operarios manejarán cientos de botellas por minuto.
- En otras bodegas los procesos son más artesanales y manuales, por lo que varios operarios manejarán cientos de botellas a la hora.
- Cada vez más para agilizar el servicio de bodegas pequeñas hay plantas embotelladoras portátiles que evitan los trabajos manuales y dan un servicio bajo demanda a bodegas pequeñas que evitan así mantener unas instalaciones de embotellado.
En todos los casos las plantas de embotellado guardan sistemas de higiene, como alicatados o acabados de acero inoxidable, e incluso sistemas de aislamiento y purificación de aire.
En cualquier caso el resultado es un vino de La Mancha embotellado, listo para comercializar, que guarda multitud de aromas y matices para que podamos disfrutarlo de la mejor manera posible, en compañía y bebiéndolo con moderación.
Os dejamos una galería de imágenes del proceso de embotellado de una bodega:
