En un viñedo de La Mancha, unos amigos y yo acudimos a una Bodega para realizar una serie de catas.Allí comenzamos con el recorrido por la planta de vinificación, seguidamente paso por el viñedo, era un día muy agradable de un mes de junio. Los vinos muy interesantes, primero un blanco joven airén, seguido de un rosado tempranillo y garnacha, para rematar con sus tintos; joven, crianza y Gran Reserva, vinos todos ellos con una identidad propia de todo lo que habíamos palpado en esta entrañable Bodega, desde una entrada cálida y afectiva,un recorrido con temperamento e ilusión y un final con unos recuerdos de vuelta y de seguir catando hasta el último sorbo.

El remate nos venía con una grata sorpresa, el acompañar todos aquellos vinos con una entrada de embutidos y de guinda la caldereta de cordero manchego, que textura!!! qué recuerdos!!! qué marco tan incomparable que no lo cambio por la mejor de las mesas, así a todos nos convenció un Sr. llamado Fernando que cuidaba la Bodega y hacía sus pinitos como el mejor de los Chef, di que si, Caldereta de cordero sublime regada con unos vinos manchegos que casaban a la perfeción con cada trozo llevado a la boca.

Rico, rico, gran encuentro, buen vino y buen cordero!!!!

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