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Del 10 al 12 de agosto, el municipio toledano de Consuegra recrea la histórica batalla que presenció la muerte en batalla del único hijo del Cid, en el año 1097

 

Puestos a imaginar, y volar en el tiempo, supongamos que aquel 15 agosto del 1097, año de nuestro señor, no hubiese perecido a manos de la cimitarra sarracena Diego Rodríguez de Vivar, a la sazón, con 21 años de edad único hijo varón del CID. ¿Habría sido diferente la evolución de la historia peninsular en los siglos venideros para el avance cristiano? ¿Habría podido heredar el señorío de Valencia, como posterior reino tapón entre límites castellanos, aragoneses e islámicos?

 

Son solo eso, románticas conjeturas de una efeméride que se celebra especialmente en Consuegra, donde tuvo lugar en plena Edad Media e irrefrenable avance cristiano, la batalla, derrota y posterior asedio del castillo que vio fallecer al joven infante Díaz de Vivar.

 

 

 

Se cumplen ya 21 ediciones y cada virgen de agosto, la cita es preparada con meses de antelación y semanas de estricto ensayo entre su medio millar de consaburenses que conforman su ejército de voluntarios.

 

Como sucede con su popular concurso de tapas medievales celebrado en abril, el respeto coral y el compromiso escénico siguen vigentes en la localidad toledana desde que se celebrara en 1997, el centenario de la batalla. Desde entonces se han incorporado nuevos  espectáculos con una pulcra fidelidad a las fuentes y los textos (parte de las escenas en el interior del castillo son castellano antiguo y atmósfera de sobriedad románica).

 

Castellanos frente a huestes Almorávides

 Asistir a Consuegra es, en efecto, retroceder en alma y cuerpo a las vivencias del medievo. De un lado, en la almofalla (o campamento) almorávide los asistentes pueden comprender mejor la evolución de los Reinos de Taifas (el califato de Córdoba se han desmembrado a principios del siglo X) y el empuje de los reinos cristianos. Sobresale Castilla, cuyo rey Alfonso VI, unificados León y Castilla y proclamado Imperator Totius Hispanie, consigue tomar Toledo, en el 1085, provocando una señal de alarma en los reyezuelos andalusíes.

 

Éstos deciden recurrir a las temibles hordas almorávides, señores de velo negro con una interpretación radical de la doctrina mahometana.

 

Huestes Almorávides en la plaza de Consuegra
Huestes Almorávides en la plaza de Consuegra

 

Comandados por Yusuf sus victorias serían determinantes para instaurar un imperio norteafricano instalando su frontera más allá del valle del Guadiana.

 

“Si se sabe de un comerciante que vende vino, se le castigará y se le romperán los envases […] Deberá prohibirse a los vidrieros que fabriquen copas destinadas al vino, y lo mismo se hará con los alfareros.

 

 

Aunque apenas existe documentación  como sucede contras batallas como Sagrajas (Badajoz)  o la misma Uclés (Cuenca), la derrota de la entonces Consocra fue crucial en sus repercusiones aunque fue una victoria pírrica ya que regresaron a Córdoba y no decidieron recuperar Toledo.

 

Nada pasa desapercibido al detalle y aunque no disponen de textos, cada escena, cada acto se esfuerza con armonía y equilibrio, mimando cada detalle, con rigor que ralla la profesionalidad de sus actores, vigilando cada mínimo ademán para cumplir con la verosimilitud histórica. La idea es reflejar un fonsado, un castillo donde se recrea, prácticamente la vida estamental durante el siglo XI, para ello, “el visitante pasa a un castillo vivo, donde aprecia las escenas comunes y cotidianas de aquella época, con todos sus personajes y costumbres.”  No se parte de cero, sino que  “ayuda mucho tener un castillo como el de Consuegra, tan bien restaurado, que ayuda a sentir la vida de aquella época”, comentan sus responsables.

 

 

Se completa con mercados, juglares, conciertos de música antigua y hasta una ceremonia fúnebre con respeto a los textos de castellano antiguo y latín.

 

 

La batalla en el ajedrez de la vida: As Satrany

No es una mera recreación de la batalla. Sobre una tablero de ajedrez (As Satrany en árabe; juego muy medieval, por cierto), se plasma la complejidad del ser humano en el opuesto de contrarios, buscando reflejar una profunda simbología en el combate: “Tiene un carácter muy simbólico, no solo representar la batalla de manera física, se busca el significado espiritual, por ejemplo, al comienzo, con las arengas, tanto cristianos como Almorávides hablan en el mismo plano, obispo e imán coinciden en su llamada a la Cruzada o la  Guerra Santa. Salvación eterna o paraíso, tácticas militares…la dualidad del bien y el mal en el tablero bicromo, todo conforma una unidad, lo que viene a demostrar que Cristianos y musulmanes, en el fondo se complementan, desde las mismas similitudes que comparten, creen en el mismo Dios.” Así lo explica el propio Urbano Jiménez, padre inspirador de la idea.

 

 

Escena del As-satrany en Consuegra Medieval
Escena del As-satrany en Consuegra Medieval

 

Pasaporte, en definitiva, hacia la plena Edad Media, en el interior de la Península, donde La Mancha adoptaba el papel de zona de frontera, siempre peligrosa y no necesariamente pacífica.

 

Información y programa en: http://consuegramedieval.com

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