La villa de Campo de Criptana, situada en el centro de la región de La Mancha, es conocida mundialmente por sus Molinos de Viento citados en Don Quijote. A esta población llegó en la década de 1.620 un joven llamado Francisco Huertas, quién inició una actividad empresarial que continuarían sus descendientes durante catorce generaciones hasta hoy.
La primera actividad de la familia fueron los molinos de viento, convirtiéndose, tras las Órdenes Religiosas, en los principales propietarios privados durante el siglo XVIII. Todavía hoy en día se conserva uno de sus molinos como propiedad municipal y declarado Bien de Interés Cultural. Esta actividad molinera se complementaba con la agricultura en la que ya en dicho siglo XVIII se incluían los viñedos.
En 1.811 Gabriel Huertas - la 7ª generación - adquirió “La Casa Grande”, una amplia propiedad donde en los años centrales del siglo XIX su hijo Isidro comenzaría con la elaboración de vino, actividad continuada posteriormente por su nieto Ignacio el cual fue incluido en 1.893 por el Ayuntamiento en su primera lista de productores de vino locales.
Antonio Huertas Rubio - hijo de Ignacio – adquirió en 1.908 la finca “La Cana”. A esta adquisición seguirían en las décadas siguientes la compra por parte de su hijo y nietos de las fincas “Monte Don Lucio” y “La Blanca” que junto a la finca familiar “La Huerta” forman en la actualidad el patrimonio vitícola de la empresa.