El autor nos muestra un plano general del campo manchego en primavera. En el horizonte se pierden varios viñedos acompañados de varios olivos, comunes también en la zona. Sin embargo, son las flores las que roban todo el protagonismo del cuadro. Parece que el autor quiere dirigir nuestra mirada hacia ellas.
Es una obra hiperrealista en la que destacan los colores que han sido empleados.