Los racimos se pintan con el envero en la recta final del verano para el viñedo en La Mancha
Dicen nuestros mayores que “por Santiago y Santa Ana, pintan las uvas, y para la Virgen de agosto van estando maduras…”; y lo cierto es que el sabio refranero popular poco suele errar en cuanto a los ciclos de la vid(a) se refiere.
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Cuenta atrás con el envero
Así sucede (salvo veranos anómalos en la climatología), cuando a finales del mes de julio, en torno a Santiago y Santa Ana, esto es, 25 y 26 de julio, el racimo adopta un precioso crisol de colores, que van desde el verde más agraz, aún inmaduro para la propia baya, hasta los tonos más rosáceos y propiamente oscuros y tintos, más visibles en las variedades tintas que denotan una recta final hacia la vendimia.
Con todo, todo depende de la variedad y su ciclo natural en la maduración. Así, hay variedades que en unas semanas podrían estar listas para su recogida en La Mancha frente a otras que necesitan un periodo más sosegado y rápido para su lenta maduración.
La climatología, factor clave
La viticultura no son matemáticas ni ciencias puras para su cálculo exacto. Entra en juego un factor definitivo como es el tiempo, no siempre estable y predecible en verano. Lo normal serán jornadas más acortadas en sol y calor, con noches, gradualmente más frescas conforme avanza el mes de agosto y la canícula del verano se ha dejado atrás.
El contraste térmico de las horas centrales del día a la noche es vital para una buena maduración.
Nos acercamos a la esperada vendimia 2021 con buenas perspectivas de calidad, con buen estado sanitario del fruto.
Gracias a un invierno sin sobresaltos y una primavera estable, con una climatología siempre favorable para la vid e infértil para otras plagas y enfermedades.