A veces, otra voz, una voz ajena, expresa mejor que uno mismo lo que queremos decir. Por eso, hoy quiero ceder mi espacio en este blog a un poeta al que admiro desde hace muchos años: Charles Baudelaire. El «poeta maldito» por excelencia definió mejor que nadie «El Alma del Vino». Y no seré yo quien le quite ni ponga una coma a lo que dice. Os dejo con él.
El Alma Del Vino
(Charles Baudelaire, Las flores del mal)
Cantó una noche el alma del vino en las botellas:
«¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,
Desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,
Un cántico fraterno y colmado de luz!»
Sé cómo es necesario, en la ardiente colina,
penar y sudar bajo un sol abrasador,
para engendrar mi vida y para darme el alma;
mas no seré contigo ingrato o criminal.
Disfruto de un placer inmenso cuando caigo
en la boca del hombre al que agota el trabajo,
y su cálido pecho es dulce sepultura
que me complace más que mis frescas bodegas.
¿Escuchas resonar los cantos del domingo
y gorjear la esperanza de mi jadeante seno?
de codos en la mesa y con desnudos brazos
cantarás mis loores y feliz te hallarás;
Encenderé los ojos de tu mujer dichosa;
devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,
siendo para ese frágil atleta de la vida,
el aceite que pule del luchador los músculos.
Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,
raro grano que arroja el sembrador eterno,
porque de nuestro amor nazca la poesía
que hacia Dios se alzará como una rara flor!»