Nada más placentero que reposar los huesos en el buen yantar de una tapa. No es el yantar del conquistador, sino la buena afición a la mesa del visitante quien encuentra imprescidible para su curiosidad viajera saciar su apetito con una tapa, remojada en historia, creatividad e ingenio.

Es la esencia de las tapas medievales, con su X edición celebrada en Consuegra. Un municipio de La Mancha toledana que respira pasado medieval por sus cuatro costados. No en vano, sede de la Orden del Priorato de la Orden de San Juan durante la Edad Media, también exhibe su legado histórico recuperando y recreando la batalla donde falleciera Don Diego,  vástago del CID bajo el sable sarraceno de las tropas almorávides en aquel fatídico agosto del año 1097 de nuestro señor.

Con las ilusiones renovadas (y redobladas) de quien vuelve a casa, el restaurante El Retorno de Consuegra sorprende con nuevas ideas entre fogones. Así, su chef, Pedro Rodríguez ha optado por un solomillo de cerdo ibérico macerado en sésamo negro, sobre un lecho de tosta de remolacha y perlas de naranja. «Hemos buscado la inspiración en las rutas de la seda procedentes de China, porque durante siglos fueron la base de los intercambios comerciales y culturales con el lejano oriente”.

 

 

La clave de este yantar del conquistador está en el bizcocho seco de remolacha que adhiere la textura adecuada al solomillo. El toque exótico viene después con el kumquad, una fruta cítrica de un pequeño árbol asiático que aporta sabores tan lejanos como aquellos productos de Oriente.

Para la ocasión, elige un tinto syrah, contundente y con la estructura que transmiten en color, aroma y paso por boca cuando además han sido «domeñados» en lecho de madera, con unos meses de barrica. Lo suficiente para no esconder los atisbos de fruta negra,  ciruela y cierto ahumado que provoca su envejecimiento en madera.

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