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Ahora que por fin llega el verano, y con él las vacaciones, planteamos una escapada por los rincones más coquestos de nuestro maravilloso interior peninsular, optando por Cuenca, una de las cuatro provincias que conforman la zona de producción de la Denominación de Origen La Mancha

En este sentido, Cuenca es una de las ciudades que antes o después todos acabamos borrando de nuestra lista de lugares pendientes.

Nos llaman la atención de la capital conquense su delicioso casco antiguo, su historia, la espectacularidad de su entorno natural, su tranquilidad y, como no, su magnífica gastronomía típica, ideal para maridar con un buen tinto de la tierra.

 

Es parada obligatoria en la ciudad su extraordinaria catedral, construida durante la primera mitad del s. XIII, en tiempos de Alfonso VIII, el rey que reconquistó la ciudad para la Corona de Castilla. Dicen que inspirada por los gustos de la reina consorte, la normanda Leonor de Plantagenet, la seo conquense representa el más puro ejemplo en toda la península de gótico de inspiración franco-normanda; es decir, el gótico más puro de toda España.

 

 

Otro alto en el camino completamente imprescindible en la capital conquense son sus famosísimas Casas Colgadas. Y conviene no olvidarse tampoco de visitar el vertiginoso puente de San Pablo, desde el que se pueden tomar las mejores instantáneas de éstas y, a la vez, sentirnos totalmente suspendidos en el vacío, con el profundo cañón labrado por el río Huécar bajo nuestros pies.

 

Finalmente, además de estos tesoros y de otros muchos edificios civiles y religiosos de indudable valor artístico que Cuenca esconde en cada rincón, vale la pena pararse un momento a comentar también su bellísimo entorno natural, que para nada la desmerece. La Ciudad Encantada o las Torcas de los Palancares son sólo los dos ejemplos más conocidos de una naturaleza geológica fascinante y riquísima, que también es patrimonio irrenunciable de la ciudad.

 

Pero no sólo de Cuenca capital vive la provincia. Multitud de rincones bellísimos y sorprendentes salpican todo el territorio conquense, muchos de ellos en la llamada Mancha conquense, que prácticamente abarca toda la mitad occidental de la provincia y en la que hoy nos centraremos.

Sin más preámbulos, estos son algunos destinos conquenses que hoy les recomendamos. Disfrútenlos, ¡y no olviden regarlos con un buen vino manchego!

 

 

San Clemente

 

 

San Clemente es conocida como la joya del renacimiento manchego, y a fe que hace honor a dicho título. Entre sus muchos encantos destaca su magnífico centro histórico,  dónde en apenas unos pocos de centenares de metros conviven la majestuosa Parroquia de Santiago Apóstol (de estilo gótico-renacentista y con unas dimensiones que la asemejan más a una pequeña basílica que a una parroquia rural), la llamada Torre Vieja (torre vigía de estilo gótico donde se cuenta que los Reyes Católicos pernoctaron durante su visita a la villa en 1488) y la Casa Consistorial. Ésta última, de estilo renacentista, es la verdadera joya de la corona del municipio y merece comentario aparte por su belleza y monumentalidad. Llama la atención sobremanera el extraordinario escudo de los Austria que preside la fachada principal del edificio, flanqueado por una serie medallones entre los que podemos reconocer los rostros del Emperador Carlos I y su esposa Isabel de Portugal. Sin embargo, reparen en un detalle: ¡el águila del escudo debería ser bicéfala!, en honor a Carlos I y a su dignidad de Emperador. Y sin embargo no lo es, ¡solo tiene una cabeza!

 

 

San Clemente en Cuenca
Fuente: https://es.wikipedia.org/

 

 

Es evidente que posteriores remodelaciones modificaron el diseño original del emblema, pero si dicha actuación fue registrada en algún lugar, la información sobre el cuándo se hizo y el por qué desgraciadamente no ha llegado a nuestros días.

Y para finalizar una más que agradable visita a San Clemente, un aperitivo en cualquiera de las terrazas que menudean en su Plaza Mayor, acompañado de un bien vino de La Mancha, parece un plan ideal, ¿no les parece?

 

 

Belmonte

Belmonte en el imaginario popular es su castillo y, sobretodo, son Charlton Heston y Sofía Loren encarnando al Cid y a Doña Jimena en la famosa película aquí rodada a principios de los años 60.

 

Y a fe que el municipio merece ser identificado por su espléndido castillo. Fue mandado construir en 1456 por don Juan Pacheco, primer marqués de Villena, tercer señor de Belmonte y también uno de los hombres más influyentes en la corte del rey Enrique IV. Posteriormente, tras la muerte del monarca, la construcción se convirtió en el cuartel general del marqués durante los años de la llamada Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479), en la que el señor de Belmonte fue el principal defensor de los derechos sucesorios de la infanta Juana. A la postre Pacheco sería derrotado por el bando de la que posteriormente todos hemos conocido como Isabel la Católica, pero el castillo sobrevivió a la guerra orgullosamente en pie.

 

Fuente: www.turismocastillalamancha.es
Fuente: www.turismocastillalamancha.es

 

Con el paso de los años, y a pesar de haber vivido multitud de vicisitudes de todo tipo, el edificio ha conservado en gran medida su estructura y estilo gótico originales, siendo a día de hoy una de las fortalezas de época medieval mejor conservadas a nivel mundial.

Solo por su castillo Belmonte merece un viaje, pero puesto que ya estamos allí, ¿qué mejor idea que dar también un pequeño paseo por su centro histórico? Si lo hacen, no dejen de perder unos minutos en visitar su Colegiata gótica de San Bartolomé, o de detenerse un rato a tomar tranquilamente un vino en el antiguo Palacio del Infante don Juan Manuel, hoy reconvertido en Hotel. Habrá valido la pena.

 

Alarcón

Alarcón es uno de esos lugares mágicos que la naturaleza esconde entre relieves imposibles (se levanta sobre un escarpado promontorio a la vera del río Júcar, en una de las zonas más reviradas y de cañones más profundos de su cabecera) y que, cuando casi por sorpresa nos topamos de frente a él, nos roba el resuello.

 

Esta pequeña población, amurallada situada en los márgenes de la Mancha conquense y la Manchuela, es uno de los burgos medievales mejor conservados de toda España y, a la vez, uno de los mejores destinos de la zona para hacer turismo rural y deportivo. Ideal para la práctica del senderismo o el ciclismo, por su tranquilidad y lo agreste de su entorno natural, el cercano embalse de Alarcón es también un lugar fantástico para dedicar una mañana a la pesca o incluso a dar un paseo en piragua.

 

 

castillo de Alarcón en Cuenca
Castillo de Alarcón en Cuenca. Fuente: https://es.wikipedia.org/

 

pasear sin prisas por la Alarcón intramuros, recreándonos en su belleza medieval y su aire idílico. No dejen de acudir a la coqueta iglesia de Santa Domingo, de estilo románico tardío (s. XIII), uno de los templos más meridionales en dicho estilo de toda la península; ni tampoco a la parroquia de Santa María, fechada a inicios del s. XVI y de estilo gótico plateresco. Y por supuesto, son imprescindibles también las visitas a la Plaza del Infante don Juan Manuel (donde se ubica el Ayuntamiento) y al Castillo, hoy reconvertido en Parador Nacional de turismo. De origen árabe, la vieja fortaleza fue posteriormente reconstruida y engrandecida en época cristiana, hasta llegar a su formato actual. Destaca especialmente su Torre del Homenaje, excepcionalmente conservada.

 

Y para terminar una jornada tan intensa, ¡no se vayan de Alarcón sin regalarse una magnífica cena regada con un buen vino de La Mancha!

Uclés

El pequeño municipio de Uclés (apenas 234 habitantes según el censo de 2015), cuenta sin embargo tras de sí con una dilatadísima historia que hace muy recomendable visitarlo.

 

 

Monasterio de Uclés
Monasterio de Uclés. Fuente: Fuente: www.turismocastillalamancha.es

 

Para empezar, se han localizado en sus alrededores restos de asentamientos supuestamente pertenecientes a los olcades, una de las muchas tribus celtibéricas que en tiempos poblaban el centro-este peninsular, lo que sugiere que el núcleo habría estado ya habitado desde época prerromana. Posteriormente también Roma dejó su huella en la zona. De hecho, a apenas una decena de kilómetros de la localidad se encuentra el Parque Arqueológico de Segóbriga, uno de los yacimientos romanos más grandes y mejor conservados de España.

 

Sin embargo, si algo hace singular a Uclés es su espectacular monasterio, el cual podemos ya observar dominando el pequeño altozano en el que se erige la villa desde kilómetros antes de alcanzarlo.

En fecha de 1157 la localidad pasa de nuevo a manos cristianas y sólo 17 años después (1174) Alfonso VIII dona su gobierno a la Orden de Santiago, incluyendo el viejo castillo musulmán que se erigía en el solar hoy ocupado por el monasterio. Con el tiempo la Orden convertiría el monasterio en su casa madre, ampliándolo progresivamente hasta alcanzar su vigente trazado y monumentalidad.

La reforma más radical del conjunto, a la cual se debe su actual aspecto, se inicia a inicios del s. XVI y se alargará por más de dos siglos. Llaman la atención por su especial belleza el claustro, entorno al cual se articula el monasterio, y la iglesia. Ambos espacios construidos en un soberbio estilo herreriano que, por su sobriedad, recuerda poderosamente al de su “hermano mayor”, el madrileño monasterio del Escorial.

 

Para finalizar, un último consejo. Si pretenden viajar a Uclés durante el fin de semana, ¡apresúrense! Los domingos el monasterio no es visitable después de las tres de la tarde, por lo que será necesario programar la visita por la mañana. De todas formas, no hay mal que por bien no venga, y una vez que hayamos finalizado con la parte cultural de nuestra escapada podremos ya disfrutar con toda la tranquilidad del mundo de un merecido almuerzo. Acompañado de un rico vino de La Mancha, ¡claro está!

 

 

 

 

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