Tras el inicio de la campaña de vendimia en nuestra comarca, con las primeras recogidas hechas tanto en Villarrubia de los Ojos como en Tomelloso con la variedad chardonnay, y casi a la par, la blanca moscatel, le llega el turno ahora a la blanca verdejo y también la sauvignon blanc. Prácticamente, el resto de bodegas se suman al tren de la cosecha 2016, empezando con las varietales que antes maduran y más fáciles de oxidar, en el que se supone, es su momento adecuado de recolección.

Grado y oxidación, prioridades

La preocupación es plena ahora en el lagar para que la uva entre, no solo sana, y libre enfermedades criptogámicas, sino también en las mejores condiciones de calidad. Eso pasa por evitar a toda costa que el fruto comienzo su proceso de oxidación en contacto con el ambiente: «Lo que hacemos es ya en la propia tolva, saturar el ambiente de CO2 para desplazar el oxígeno que entre en contacto con la uva».

El grado es también clave, velando por una uva sana y buenas condiciones de acidez. Se busca ahora una maduración de grado moderada, «en torno a 11 o 12 grados. Es el punto donde más equilibrio trae, para que luego mantenga su mejor potencial aromático y menor perdida de acidez conserve», explica Patricia Lozano, enologa responsable en Bodegas Zagarrón de Mota del Cuervo (Cuenca), donde comenzaron a recoger las variedades como Sauvignon blanc y sobre todo Verdejo. Estas variedades se caracterizan por una buena adaptación a los climas de La Mancha. La sauvignon blanc tiene su origen en el viñedo francés «concretamente, es originaria del Valle del Loira (Francia) y su nombre nace de la unión de las palabras francesas sauvage (salvaje) y vignon (viña). Es una variedad muy aromática y adaptada a los climas fríos, aunque también ofrece una aceptable adaptación a los climas secos».

En cuanto a la verdejo, se trata de una variedad asociada a la meseta castellana que reina en prestigio para el consumidor de vinos blancos en el mercado nacional. «Da lugar a vinos muy aromáticos, con cuerpo, glicéricos y suaves. También destacan por su frescura, acidez y untuosidad, siendo muy persistentes y agradables en boca.» En el viñedo manchego, el contraste térmico de los meses de agosto le viene muy bien para sus condiciones de maduración.

 

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