Pues aunque no lo parezca estamos en verano, en España eso significa calor, días largos y mucho calor. Desde mi punto de vista como Hostelero observo como baja el consumo de vino, se consume mucho más vino blanco joven, rosados, algo más de vino espumoso y el consumo de tintos envejecidos en barrica baja considerablemente, todo esto es natural y previsible, más en La Mancha donde nuestro clima lo resumió Don Miguel de Cervantes «nueve meses de invierno y tres de infierno». Durante el estío el servicio del vino debe ser aún más cuidadoso con las temperaturas, así que además de conservar el vino dignamente como alimento que es, se debería de servir con más atención para que el consumidor lo disfrute de la mejor manera.

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Actualmente hay cientos de ingenios para conservar el vino fresco en la botella, desde el clásico cubo con agua e hielo a las más sofisticadas mantas térmicas y chupones de pseudo hielo que abrazan o se introducen en la botella procurando frío, también hay alguna suerte de piedras o cubitos de gel para añadir en el vino como si fuese hielo y que en principio no afecta al sabor ni olor, sólo puedo hablar bien de la patente Española Inox Frost que trata de unas bolas de acero rellenas de un gel que mantiene mucho la temperatura, al ser acero inox no afecta en nada al olor o sabor del vino y mi experiencia es muy buena.

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En cualquier caso, querer es poder, así que la mejor solución es conservar el vino un poco más frío y sobre todo llenar menos las copas, es algo horrible ver una copa de vino  llena asta arriba, y más si hace calor y sabes que ese vino poco a poco se hará menos apetecible. Es algo curioso que se molesten algunos hosteleros en enfriar copas para la cerveza, algunos incluso las hielan sabiendo que es contraproducente, y el vino no tenga tantos cuidados (en la mayoría de locales).

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