El final del mes de febrero no solo trajo consigo frío y abundantes lluvias, sino también una de esas innovaciones de la industria vitivinícola que no deja indiferente a nadie. Así lo debieron pensar los 40 amantes del vino miembros de la Asociación de Enólogos de Castilla La Mancha que asistieron en Tomelloso a la presentación de la cuadratura del círculo o, lo que es lo mismo, la barrica cuadrada.

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Esta es la propuesta para el almacenaje del vino de Roc Cuve, una compañía tomellosana que ha patentado su sistema, ofrece maderas de roble francés o americano de primera calidad y presenta sus productos en formatos de 291, 340, 700, 800 y 980 litros y con distintos tipos de tostado: ligero, medio, medio plus, fuerte, choco y a medida. Eso sí, tostados homogéneos a gusto del consumidor.

Pero lo más llamativo, a mi parecer, es el aprovechamiento del espacio, que según la compañía proporciona una capacidad de almacenaje entre 4 y 5 veces más de volumen por metro cuadrado. Las barricas cuadradas se pueden apilar por encima de diez alturas, su sujeción es fácil y estable y proporciona al líquido elemento una superficie de contacto con la madera de un 20%.

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La capacidad de reutilizar o reciclar el 100% de los materiales de la barrica es otro de los puntos a tener en cuenta con este sistema. Las duelas, al ser rectas, pueden ser cepilladas y reutilizadas para hacer tarimas o esos muebles de madera reutilizados que tanto nos gustan a algunos.

Lo cierto es que la lógica hace pensar que la barrica redonda, la que conocemos hoy en día y puebla las bodegas de medio mundo, se inventó con sus redondeadas formas para facilitar su medio de transporte, que no era otro que hacerlo rodar. Ahora todo ha cambiado y los sistemas de transporte también. Por eso, quizá hemos llegado a una nueva era, la de la cuadratura del círculo.
 

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