Las mujeres han participado desde tiempos inmemoriales en el mundo del vino.
Las mujeres han participado desde tiempos inmemoriales en el mundo del vino.

La presencia de la mujer en el mundo del vino ha ganado influencia en los últimos años y con ellas se ha enriquecido todo el sector, no sólo por su esencial papel decisor en el consumo de alimentos y productos para el hogar, si no también al incorporar su talento y sensibilidad a un mundo tradicionalmente masculino. Los expertos en marketing, sobre todo en Estados Unidos, revolucionaron la percepción del vino entre las mujeres al situar su consumo en series y películas como signo de elegancia y sofisticación, pero también de modernidad y relaciones sociales. Series como ‘Friends’, o más recientemente, ‘Sexo en Nueva York’ y ‘Mujeres desesperadas’ recurrían con frecuencia a reuniones de amigas en torno a unas copas de vino.

Más allá del mundo del marketing, la mujer está presente en la viticultura desde hace siglos, sobre todo, en bodegas y viñedos donde han dirigido y participado con destreza el proceso de elaboración de vinos. Aun así el papel de la mujer, como en otras industrias, sigue siendo mayoritariamente masculino, lo que ha llevado a importantes asociaciones como la francesa “Divines d’Alsace”, creada en el país vecino para reivindicar la presencia de la mujer en el sector vitivinícola, a denunciar, el pasado mes de marzo, ante el Consejo de Europa la discriminación que aún sufren las mujeres.

En España han ido surgiendo distintas asociaciones y grupos, más o menos formales, que no solo reivindican el papel de la mujer en la enología, si no que organizan premios, concursos, catas y encuentros de gran valor donde las grandes bodegas y Denominaciones de Origen encuentran un importante prescriptor. Una de las asociaciones patrias más importantes es AMAVI que surge en 1996, impulsada por Sonia Prince de Galimberti, empresaria del mundo del vino y que puso la primera piedra de lo que se convertirá en la primera asociación de mujeres en torno al vino en nuestro país.

Existen premios que reconocen la labor de la mujer en el mundo del vino.
Existen premios que reconocen la labor de la mujer en el mundo del vino.

Prueba de la importancia de la mujer en el mundo enológico es la celebración de eventos y premios específicos como “El Concurso Internacional Premios Vino y Mujer” que se realiza en España con un jurado íntegramente femenino y “único en el Mundo que tiene en cuenta el trabajo de la mujer en el sector vinícola, al puntuar solo vinos donde la mujer ha intervenido al menos al 50 % en su creación, producción y/o comercialización” como así se lee en su página web.

Sara Peñas, es una activa profesional en el sector que refleja el impulso de las mujeres en  la promoción del vino. Fundadora de Sherry Women, organiza eventos en este “mundillo” y piensa que las cosas están cambiando en cuanto a la presencia femenina, sobre todo entre un segmento muy importante: “en los últimos tiempos los eventos del sector en Madrid están llenos de mujeres con una media de edad de 30 a 50 años, con mucha seguridad en su conocimiento y, cada vez más, ocupando puestos de responsabilidad desde diferentes áreas de la cadena valor del Vino”.

La periodista gastronómica Mar Romero, es otro buen ejemplo del  papel de la mujer en esta industria. Periodista especializada en vinos y gastronomía, es presentadora del programa «Mesa y Descanso» en la mañana de los sábados en Gestiona Radio. Esta comunicadora considera que “en el mundo profesional hemos visto, en los últimos 20 años, ha habido un cambio radical y tenemos  un gran número de sumilleres expertas que son ejemplo de profesionalidad y que ganan en numerosos concursos. Enólogas que están haciendo trabajos impecables en las bodegas y ejemplos de gestoras estupendas que han dado una imagen de solidez en el vino dentro de los Consejos Reguladores de las Denominaciones de Origen”

Para la sumiller manchega María Luisa de Torres, las cosas están cambiando para bien: “durante mi trayectoria nunca me he encontrado con el handicup de ser mujer, aunque soy consciente de que en el sector existe aún alguna reminiscencia que afortunadamente se está diluyendo. Tanto en el trabajo en bodega, como en restaurante y en las catas siempre he visto a todos por igual, tanto hombres como mujeres; al fin y al cabo, es lo más enriquecedor”.

También se habla sobre una sensibilidad especial de la mujer hacia los vinos y de unos gustos diferenciados. Para Sara y María Luisa estas diferencias tampoco son reales. Cuando se le pregunta a Sara por la sensibilidad femenina su respuesta es clara: “Creo que la pregunta sería qué aporta la sensibilidad a la enología, otra cosa es que ésta virtud sea más cultivada por las mujeres”. Para María Luisa “la sensibilidad no radica en ser hombre o mujer sino que viene dada por la formación, el entrenamiento y, ante todo, por la PASIÓN que uno tiene hacia su trabajo. Y esta pasión no entiende de sexos ni de fronteras”.  Mar Romero sí que añade algún matiz diferenciador: “La sensibilidad femenina a la enología creo que aporta otros matices en los vinos. Generalmente ellas buscan elegancia, finura, vinos que inviten a beber sin ser pesados y que se puedan alargar hasta los postres de una comida e incluso después. Todo ello sin restarle complejidad y carácter”.

En cuanto a las preferencias de las mujeres por los distintos tipos de vino, la tradicional asociación de mujeres con blancos, rosados y espumosos está también cambiando. Sara piensa que en el consumidor final y “en mujeres menos jóvenes es posible que culturalmente se hayan decantado por estas opciones, entre las que sin duda se encuentran grandísimos vinos. Sin embargo, las conductas cambian y las mujeres de hoy en día probamos de todo, con mayor nivel de conocimiento y curiosidad por descubrir sin tapujos”. De Torres está de acuerdo pero cree que en este campo los sumilleres tienen un gran reto: “parte de nuestra labor como sumilleres radica en ser LA VOZ DEL VINO, porque una botella de vino encierra algo más que un líquido, pues contiene historias, leyendas, cultura, el trabajo de familias, un terreno, unas uvas, un clima que ha determinado el producto final… Mi experiencia me ha mostrado que dando está profundidad al producto, conseguimos dar el paso de simplemente beber vino a aprender a degustar, disfrutar y amar el vino, rompiendo esa asociación de ciertos vinos con un sexo determinado”.

En definitiva, las mujeres, poco a poco, van rompiendo clichés sobre sus gustos y, lo que es más importante, van aumentando su presencia en todos los ámbitos del sector, enriqueciendo todos los niveles y fases implicadas en este fantástico mundo.

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