Todo un clásico del picoteo y bocadillos ricos, la ventresca con pimientos es una delicia que junto a un buen pan y aceite de oliva virgen extra solo pide a gritos un buen trago que la realce, y un servidor vuestro apuesta por una copa de buen vino, uno Denominación de Origen La Mancha.
La de la fotografía es la tapa que me ofreció el Gastroblogger Miguel Ángel Castillo, y doy fe de su buen hacer por otras cientos de muestra de buena mano con la cocina, su pasión. Esta vez eligió un buen pan de horno de leña, la ventresca de atún escabechada (uhmmm) pimiento asado y caviar de aceite de oliva, perlas de este oro líquido que al mínimo roce o presión se rompen y dejan fluir esa delicia gastronómica. Todo lo sazona con polvo de té negro ahumado que aporta un toque delicado y vistoso.
Creo que un vino blanco sería la opción más acertada, y en concreto un Chardonnay fermentado en barrica, este vino tiene todo el potencial de la Chardonnay, esta uva procedente de la Borgoña francesa, se ha convertido en la uva blanca más preciada del mundo. Se ha adaptado muy bien en diversas zonas españolas, especialmente en la Denominación de Origen La Mancha. Sus vinos se caracterizan por un ligero aroma debido a su alto extracto seco, glicerina y escaso nivel de oxidación. El grano de uva es pequeño, redondo y adquiere un tono miel cuando madura. El resultado de su vinificación produce un mosto suave y aromático.
El paso breve por barrica de roble le aporta al vino unos toques ahumados y algo de tanicidad, lo hace más complejo y maduro, capaz de estar a la altura de el escabeche y el té ahumado, pero como el vino reflejará todo su potencial es bien servido, así que el vino que recomiendo será idealmente servido en copa tipo borgoña, amplia, de cristal fino, a ocho grados centígrados, de manera que el vino se oxigene y pueda apreciarse su evolución cada minuto, con cada bocado.
