Plan de viaje para sentir el fervor y la tradición en las capitales de las cuatro provincias manchegas con Interés Turístico en su Semana Santa.
A camino entre la devoción popular, a flor de piel en el barroco andaluz, y la sobriedad y el recogimiento castellanos, la Semana Santa en Castilla La Mancha encuentra la tradición vinculada de siglos.
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Basta con detener nuestra atención en las capitales de las cuatro provincias que conforman nuestra Denominación de Origen. Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo presentan, desde la variedad e idiosincrasia propia de sus vecinos, la manifestación más clara de una tierra de paso, cruce de caminos y permeable a los influjos culturales, artísticos y espirituales más profundos de la imaginería sacra.
Semana Santa en Albacete, Interés Turístico Nacional
14 cofradías aportan su luz, color solemne y devoción a una Semana Santa que hunde sus raíces a finales del siglo XVIII.
La más antigua es la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores en 1761 señala a una de las Semanas de Pasión en Albacete, marcada por alta participación de sus hermandades: “Más de ochocientos componentes de bandas de cornetas y tambores, por encima de la decena de millar, de nazarenos, los cuales participan en las diecisietes procesiones que se celebran en la Semana Santa de nuestra ciudad.”
Lo que ha motivado su Declaración de Interés Turístico Nacional.
Ciudad Real y su Semana Santa, Interés Turístico Nacional
La ciudad de realengo que fundara el monarca castellano, Alfonso X, se transforma en sones de corneta y tambor, al compás rasgado de la saeta para mecer con devoción y cariño a las imágenes y diferentes pasos que cristalizan la Semana Santa en la capital del Guadiana.
La ciudad se transforma en ebullición durante esos días en una Semana que llevan esperando (y mirando al cielo) durante el resto del año las casi 30 cofradías manchegas.
Algunas incluso como la hermandad de la Soledad acreditan sus testimonios históricos a mediados del siglo XVI.
Si el tiempo acompaña, y las temperaturas son benignas, se pueden desfrutar sus diferentes desfiles procesionales en las céntricas terrazas de Ciudad Real con una copa de un buen blanco airén.
Cuenca, con Interés Turístico Internacional
La ciudad encantada, patrimonio de la humanidad, no puede sino tener una Semana Santa acorde a su belleza serena, solemne y castellana de sus empinadas rampas. Estrechas calles donde la oscuridad apenas difuminada en el titubeante farol y el paciente caminar del nazareno penitente. Se cuentan por millares en Cuenca donde se superan la treintena las hermandades.
Es el encanto que rezuma en la ciudad de Alfonso VIII, ya irresistible a la mirada fértil del viajero, en cada rincón y recodo de sus centenarias calles. Cuenca y su Semana Santa es mucho más, sobre todo cuando se la visita desde el respeto a sus tradiciones.
Solo así se puede entender el significado burlesco, evangélico y hasta cierto punto escénico en las Turbas conquense de la madrugada del Jueves Santo:
“No hay que olvidar que el tambor, con su sonido ronco, y el clarín, con su estridencia, no han de ser sino una demostración del respeto y la devoción del turbo hacia del figura del Nazareno que camina, sin remisión, hacia una muerte anunciada. Con todo ello, en la turba se conjugan, como en ningún otro sitio, la fe, la tradición, la religiosidad popular, la cultura… Sin esa mezcla de fe y tradición, no tendrían sentido”, como afirma Luisma Calvo en la página de Cofradías de la Semana Santa conquense.
Toledo, con Interés Turístico Internacional
La capital regional remata la ruta espiritual, mística y austera, pero cargada de un profundo respeto reverencial hacia una ciudad que respira historia en cada uno de sus poros. Pasear por su casco antiguo es una delicia para visitante, si además antes ha podido reponer fuerzas con un tinto DO La Mancha en alguno de sus mesones.
Pero sin duda, la mirada quedará prendada viendo procesionar las tallas de pasos de un incalculable valor imaginero.
Valgan como ejemplo el mismo Cristo de la Vega, conocido por ser protagonista en la romántica leyenda de Zorrilla “A buen juez mejor testigo”, o incluso la raíz medieval de la hermandad de la Santa Caridad (fundada según la tradición por Alfonso VI en la toma de Toledo) cuyo Cristo de la Misericordia y Soledad de los Pobres es una talla policromada del siglo XIII.
Es plan de viaje para visitar la región castellanomanchega, donde los vinos DO La mancha y el recetario más tradicional de su gastronomía de vigilía pueden acompañar con mesura, tino y acierto a todo el arte, historia, tradición y la profunda devoción que refleja su Semana Santa.
