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El chocolate es una debilidad de la gran mayoría de comensales, excepto casos puntuales es a donde apuntan las miradas en las cartas de postres, y en el caso de la fotografía el Chef Rubén Sánchez Camacho hace un alarde de buen gusto y control de la materia prima en cuanto a texturas y temperatura, así es este postre de El Bodegón:

Textura de chocolate con helado de nata, merengue, y virutas de bizcocho de colores

Ahí lo pone oiga! el colorido ya predispone a salivar, mucha cremosidad y siempre el chocolate como protagonista, el sabor intenso y permanente y su untuosidad eterna que prevalece en la memoria del paladar, esto quiere vino, y del bueno, así que procedo a proponer un estupendo vino de la Denominación de Origen La Mancha, vinos de color y sabor universal!

Siempre he creído que el contrapunto enriquece, que al dulce le favorece una punta de acidez y en concreto a este plato los aromas de un vino blanco de la variedad de uva Moscatel lo coronarían como un buen perfume a una mujer atractiva. Así que un vino dulce joven, contando con los aromas tan suyos de la moscatel, esos recuerdos a flores, a albaricoques, orejones, madurez e incluso algo tropical, la textura de un blanco dulce, sedosa, amable y el sabor tan apropiado, con un punto agridulce, la frescura y la acidez tienen una importancia a la altura de el azúcar, y todo esto puede brillar o no según el servicio, ese eterno tema pendiente.

El servicio ideal del Moscatel joven y dulce es en una copa no muy amplia, de cristal fino y cerrada, tipo chianti para concentrar los aromas y evitar que se sirva mucha cantidad de vino, menos de un tercio de la copa a unos seis grados centígrados.

Gastronómicamente vuestro

Salud y ¡mucha Mancha!

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