Un postre puede ser la guinda del pastel o la sal del café
Cuando el postre ocupa su lugar habitual en la mesa al final del festín, suele poner a prueba tanto el servicio como a la cocina, es el remate a un trabajo y puede ser el rubí del anillo o la china en el zapato, ahí es donde también el vino debe demostrar casta y el que decide, buen gusto o, como tristemente ocurre, pasar al café sin más.
El tiramisú es un postre muy reconocido a nivel mundial, no es tradicional, pero se suele basar en un tipo de bizcocho regado en café, y una crema a partir de huevo y habitualmente queso Mascarpone, cacao amargo …. una maravilla a capas!
Sin dar la espalda al vino dulce, el vino del final suele ser tinto, o un vino maduro habitualmente criado en barrica, algo que al café/crema/queso/cacao no le debe ir mal, siempre que haya una calidad y una predisposición a acabar con un vino seco, de esos maduros que llegan bien al final sabe mucho la Denominación de Origen La Mancha, porque desde un tinto tradicional a un reserva, como si fuese un blanco fermentado en barrica o un espumoso de calidad brut reserva de los que hacen por La Mancha, a esos les hace bien.
