Cuando el mercurio ahoga, y la insoportable sequedad de un estío manchego replica en las sienes durante las tórridas jornadas de verano; cuando la práctica social del paseo queda constreñida a las horas del crepúsculo solar; cuando el desafío del jornal se transforma en un acto de heroicidad en las horas centrales del día… un vino blanco Airén no solo mitiga ese calor de clima de interior, crudo, llano y cruel, en ocasiones demasiado para el forastero, sino que además refresca las ideas, serena la mente y sosiega el espíritu.
Nada mejor, entonces, con la calma y el ritmo pausado que otorga el periodo estival, que acudir a la copa de un vino blanco. Esta es fiel compañera de batallas en la viticultura de nuestros ancestros, y, posiblemente, una solución digna y plausible para combatir las dementes noches de viento solano en La Mancha.
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Airén: una variedad profundamente arraigada
Sin menospreciar otras variedades de uva Blanca con un potencial aromático impresionante como la uva Verdejo, la Macabeo, Sauvignon Blanc o la reina elegante de las blancas, la Chardonnay, (por cierto, con buena aceptación en viñedo y consumidor final); la uva ‘airén’, sin embargo, representa el verdadero código genético de la viticultura manchega.
Es la variedad más cultivada del mundo. Aunque se constate su presencia en suelos del Condado de Huelva, Extremadura y algo de Madrid, su cultivo está identificado con Castilla La Mancha (97 % de superficie).
Así la definía Marcilla, dentro de su libro Tratado práctico de viticultura y Enología españolas de 1954: “muy fértil desde las primeras yemas de los sarmientos…racimos grandes, bastante apretados que dan mostos susceptibles de elaboración como excelentes vinos de pasto”.
Airén, superviviente en climas extremos
Ligada a la producción masiva en otros tiempos para ser requerida en industrias derivadas del alcohol, la uva airén, hoy, pugna por desprenderse del cartel de variedad infravalorada.
En esencia, los blancos airén han sido históricamente calificados de ‘vinos planos’, de poco relieve y una escasa arista para la cata. Injusto menosprecio si los comparamos con otros blancos varietales con diferente acogida en mercado.
Uvas de suave paladar que, no obstante, requieren de un mimo especial para su adaptación a los rigores del clima de interior, continental y extremo en momentos.
Variedad dura en la tierra, joven y fresca en la copa
Sus racimos son de tamaño grande y cilíndricos, con una fuerte resistencia de la uva a la dureza del invierno y los secos veranos.
En nariz, los aromas florales predominan para los Blancos airén, aunque tampoco resultaría sorprendente la irrupción de frutas frescas como el plátano, la manzana o incluso la piña. Su juventud en la copa, con una tonalidad, en ocasiones casi transparente, invita a un consumo en el mismo año de la cosecha.
La oxidación del airén hacia tonos dorados es fácilmente identificable para vinos que han pasado su curva de consumo (más allá del año), y que son, indebidamente servidos.
Por aquellos que todavía desconfían del airén, ‘alma de mis recuerdos’, y guiño a nuestros bisabuelos, que con tanto afán la cultivaron, un brindis y voto de confianza. Las bodegas de la DO La Mancha sorprenden cada vez más con vinos Blancos, bien elaborados, estructurados y con una evolución compleja que nada tiene que envidar a otras variedades, como la “glamurosa” chardonnay, o la pucelana “verdejo”, tan presente en bodega últimamente.
Varias opciones de maridaje
Estos vinos de acidez moderada combinan a la perfección con distintos alimentos. A continuación se aporta una serie de ideas con las que maridar estos vinos blancos airén.
Con un pescado blanco, como puede ser un bacalao, merluza, lenguado o rodaballo. Estos pescados tienen una muy baja cantidad de grasa, por lo que resultan suaves al paladar. También produce un grato efecto al gusto si se combina con ensaladas o entrantes.
Sobre todo en verano, estos vinos resultan asombrosos si se combinan con un aperitivo.
Gracias por este precioso artículo. Soy amante confeso de nuestra uva y animo a todos a defenderla y a mejorar en su elaboración. No cambio por nada un Airén bien hecho.