Las abejas son insectos polinizadores vitales para el desarrollo y polinización del mundo vegetal.
Su zumbido puede parecer molesto y su picadura no es letal (salvo alérgicos) pero genera incómodos dolores. Aun así, nuestro mecanismo defensa se activa con frenéticos aspavientos para, en la más pacífica de las ocasiones, deshacernos de estos benignos antófilos.
Y eso que, si atendemos a su clasificación científica, los anthophila, que proviene del griego ‘que aman las flores’) bien podría llevarnos a consideraciones idílicas, que recrean la imaginación y el recuerdo naif y boomer de nuestra infancia con aquellas entrañables abejas (Maya y su amigo glotón, Willy). Pero lo cierto es que estos insectos, englobados en la familia numerosa de los himenópteros, son imprescindibles para el desarrollo vital de la propia cadena trófica. El reino animal (inlcuyendo a nosotros, el sapiens productor) desaparecería sin su presencia polinizadora, comenzando, en primer lugar por un desajuste de los propios sistemas de cultivo.
Como admite un informe de la Comisión Europea sobre la misión de los insectos polinizadores “solo en la UE, alrededor del 84 % 3 de las especies de cultivos y el 78 % 3 de las especies de flores silvestres dependen, al menos en parte, de la polinización animal.”
Para los más pragmáticos, se puede traducir la importancia de las abejas en términos económicos. Los insectos polinizadores suponen también una garantía ya que “casi 15.000 millones de euros de la producción agrícola anual de la UE se atribuye directamente a los insectos polinizadores”.
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Importancia en la viticultura
En la vid, al contrario que sucede con las avispas, las abejas respetan el fruto, con una labor que también es fundamental, asegurando su reproducción floral y mantenimiento de la biodiversidad en el propio viñedo.
Durante el estadio de la floración, las abejas, como el resto de insectos polinizadores, permiten en la vid, la llegada del polen desde los estambres hacia el estigma de la flor. Es el principio vital y botánico de la fecundación de la que luego emergerán los granos de la uva.
Riesgo y supervivencia en las abejas
Desde la FAO alertan de un riesgo visible en la desaparición cada año de miles de especias de abejas silvestres, fundamentales para el mundo vegetal. El riesgo no es ajeno a la viticultura.
Para ello, es preciso reducir algunos factores que pueden resultar perjudiciales para la propia supervivencia de las abejas.
¿Qué pone en riesgo a las abejas?
Algunas organizaciones ecologistas advierten de los principales escollos que encuentran las abejas.
Enfermedades y parásitos.
Desde la apicultura se señala la aparición de especias como el ácaro ectoparásito invasivo Varroa, o el Nosema ceranae que a juicio de Greenpeace, “han demostrado ser extremadamente dañinos para las colonias de abejas melíferas en algunos países del sur de Europa.”
Insecticidas
La propia resistencia e inmunidad de las abejas a las enfermedades y parásitos está relacionada con su propia calidad nutricional, influyendo en ello su exposición a sustancias tóxicas y nocivas como los herbicidas y plaguicidas, con uso intensivo e indiscriminado. En este sentido, La Mancha es un buen ejemplo de agricultura sostenible y con respeto al entorno gracias a sus condiciones naturales para la viticultura ecológica, que en esencia, contempla una menor acción antrópica sobre la viticultura.
Cambio climático
La población de las abejas no escapan tampoco a sus efectos donde los periodos prolongados de sequía, los incrementos de la temperatura y fenómenos extremos metereologicos (lluvias torrenciales, etc) debilitan todo el ecosistema.
No lo olvides, las abejas pican por mecanismo defensivo.
