fenavin pasillos

Crecimiento en progresión. Ciudad Real se transforma cada dos años, convirtiéndose FENAVÍN en un hormiguero en continua ebullición. La llegada en coche lo anuncia, en un tráfico más espeso de lo habitual para una población que asume y recibe con los brazos abiertos la cita bienal. Son apenas las ocho de la mañana. La temperatura es fresca, agradable, primaveral y condescendiente para un paseo matinal cuando el termómetro aún no castiga al viandante en las horas centrales del día.

Siete letras mayúsculas en rojo no dan pie a extravíos y desorientaciones. Cada rotonda está marcada entre estatuas que recuerdan el pasado medieval de la ciudad que fundara Alfonso X. Todas dirigen inequívocamente a un solo destino: FENAVÍN. Ciudad Real se convertirá en la capital nacional del vino, con multitud de lenguas, bodegas (más de 1.800) y países de origen, pero un sólo lenguaje: el del vino y su cata.
Es el mismo dialecto que hablamos cuando entramos en el corazón de la feria, el verdadero termómetro de FENAVIN: la Galería del vino. Un espacio donde se pueden catar, cada cual a su libre albedrío, más de 1490 referencias de marcas de vino.

El ritmo aquí es frenético, con gestos que se repiten en un ritual que dura segundos, minutos o instantes según el celo y empeño de cada catador. Llaman la atención, especialmente, las acreditaciones de color amarillo que señalan a los “buyers” o compradores internacionales. Al lado de sus credenciales, les acompaña una bandera que identifica su nacionalidad. El mosaico es curioso con diferentes procedencias. Predomina el acento inglés y los importadores anglosajones. Los gustos varían y entre blancos, tintos o espumosos cada cual se decanta por catar, apuntar o preguntar. Las botellas se agotan y los camareros no dudan en retirar las vacías. Nada se deja a la improvisación en FENAVÌN con cientos de profesionales cuidando cada detalle.

copa vacía en FENAVIN

Es el mismo “caos organizado” que se respira entre pabellones. Saludos, apretones de manos, besos educados, alguna sonrisa de franca cortesía e incluso algún abrazo en los reencuentros en la distancia. Colores, aromas y diseños que modernizan su oferta se dejan ver en la IX edición de FENAVÍN. Es la apuesta de una cita que sigue creciendo al ritmo de sus datos. Más de 1.800 bodegas, 70 Denominaciones de Origen agrupadas en ocho pabellones a lo largo de 31.271 metros cuadrados.

Allí, está la propia Denominación de Origen La Mancha, su logo sobresale en la silueta del más universal de los caballeros.

maridajes fenavin

 

No faltan incentivos en FENAVÍN. Desde ponencias y mesas redondas con carácter más reflexivo, hasta conferencias con los primeros espadas de la gastronomía y el mundo del vino. Inevitablemente, el apetito se reactiva cuando llegamos al stand de Castilla La Mancha, donde exponen sus vinos las Denominaciones de Origen de la región. Suculentas propuestas culinarias armonizan con algún blanco airén o algún tinto joven tempranillo. Es la “Cocina en vivo de Adolfo Muñoz y Rubén Sánchez”. Sus nombres suenan como saben: “Ensalada de primavera manchega” y “las aceitunas…”

 

 

De sobremesa, el ritmo baja. Las visitas institucionales han desaparecido con alguna copa semi vacía desierta. Les llega el turno a los set de radio. El vino es sentido y también palabra. El coloquio está servido…

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