En la cultura popular, uno de los platos que se consideran más románticos son las fresas con natas. Son protagonistas de las veladas en pareja- el cine nos ha regalado muchas escenas acarameladas en las que se compartían fresas-. Pero, acompañándolas de un buen vino de La Mancha, podemos llegar a la cumbre del romanticismo.

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La relación entre las fresas y el amor

El maridaje de pasión y fresas surge de la Antigua Roma. Ya en esta época se pensaba que era el fruto del amor, símbolo de la diosa Venus. Según la leyenda, tras la muerte de Adonis, Venus lloró amargamente y sus lágrimas cayeron a la tierra, en donde se transformaron en corazones.

Por otro lado, las fresas se relacionan con la dulzura y la delicadeza. Su jugosidad es un capricho para el paladar. Además que son muy beneficiosas para la salud. Su contenido de vitamina C ayuda contra el estrés.

Maridaje

Ya sea de postre, para merendar o como aliciente en el amor, las fresas con nata que no dejan indiferente a nadie: que si la nata así, que si mix vegetal, que si de bote o montar una estupenda nata con una buena dosis de azúcar y un poco de paciencia… La forma de presentarlas las dejamos al gusto de cada uno.

Aunque estoy seguro que la última opción es la favorita de todos. La fresa ídem de ídem, de fresillas del bosque chiquitinas y ácidas a la fresa común o el fresón de Huelva creo que se hacen siempre con nuestro paladar.

La controversia viene a la hora de elegir vino. Unos diccen que espumosos brut, otros que un rosado joven y a partir de la variedad Syrah. Para mi, la elección está asegurada con un dulce tipo tradicional, más con las presentadas arriba.

En cualquier caso las tres opciones son muy recomendables, porque la acidez de las fresillas/fresas/fresones se equilibra con la nata y el azúcar.

Servicio

Siempre hay que fijarse que el servicio esté en sintonía con el vino que vayamos a degustar. En este caso, si optamos por un dulce blanco o rosado, la temperatura idónea será de 7-9º C, mientras que el tinto es preferible mantenerlo a 10-13º C. La copa, en los tres caso, podría ser una burdeos que potencie las percepciones.

Da igual cual sea la elección final para acompañar a las fresas. El caso es cuidar las temperaturas, además de la compañía y el momento. Todo importa, pero si es con una copa de Vino de La Mancha, ¡mejor!

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