Vitis vinífera es el término en latín con el que se conoce a la vid, cultivo milenario, arraigado en Europa, y asociado junto al cereal y el olivo, a la conocida como triada mediterránea. Por eso, el vino ha sido una de las piezas claves dentro de la llamada Dieta Mediterránea. Hay quien atribuye a la actual Georgia, país y cultura bisagra con oriente, por el Cáucaso, el origen de su primera aparición. Se como fuere, fue legado al viejo continente a través de la cultura grecolatino, primero en Grecia, del que tenemos constancia su afición al vino por la divinidad mitológica de Dionisios, y después su posterior asimilación con Baco, dios del olimpo romano.

Se trata de una planta leñosa, de hoja caduca, trepadora (los sarmientos pueden alcanzar incluso los 30 metros de largo) y robusta. Por ello, se la puede conducir en espaldera y parra a través de su trato anual con podas, etc. Además es un cultivo resistente a los rigores estivales (según variedades) y con cierta capacidad de aguante a las fuerte heladas de invierno (hasta -15 grados), gracias a su periodo de hibernación vegetativo

Dentro de su anatomía, distinguimos varias partes, que nos ayudarán a conocerla mejor:

El tronco: de forma cilíndrica y cierta robustez, es de naturaleza leñosa.

Sarmientos: poseen tallos nudosos de donde luego brotarán las yemas.

 

anatomia-vid

 

Pulgares: surgen de los pulgares, y aparecen con la poda.

Zarcillos: tallos u hojas que emergen de la parte superior del sarmiento con el fin de servir como asideros.

Raíces: pueden tener varios metros de profundidad con el que la planta se busca la propia supervivencia para los nutrientes. Su adaptación al terruño también depende de la propia naturaleza de los suelos, cuya composición pueden ser más  o menos permeable a la filtración de las aguas pluviométricas, fluviales, etc.

 

Calidad Diferenciada

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