El genero de terror sigue teniendo sus adeptos en literatura

Siendo el 6, el número maldito en los libros sagrados, nada mejor que buscar seis obras cumbres de la literatura para disfrutar a trago largo junto a una buena copa de vino DO La Mancha.

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Origen pagano en el fin de ciclo agrícola 

Aunque muchos no lo saben, Halloween surgió, históricamente, como una ofrenda pagana que conmemoraba el final de la cosecha irlandesa, conocida como Samhain dando paso al solsticio de otoño y, con ello, al “año nuevo céltico”; por ende, y si tomamos como premisa esta leyenda folklórica, su idiosincrasia connatural tiene mayor relación con ciertas festividades manchegas post-vendimia, que con el clásico paradigma mántrico del “truco o trato”.

Sin embargo, lo que no tiene dobleces, es el arraigo imaginativo de Halloween dentro de las entresijadas mentes de quien sucumbe al miedo como motor inspirativo; y es que, hasta la primera obra escrita del mundo conocida: “El Poema de Gilgamesh”, aborda el terror como epicentro de su trama.

“La literatura de terror con una copa de vino, da menos miedo”

Es por esto que, con el devenir de los siglos, múltiples literatos consagraron sus carreras, bajo la ficción gótica, siendo algunas piezas, elogiadas hasta el paroxismo por público y crítica. Citamos algunos ejemplos:

  • Frankenstein o el Moderno Prometeo”, (1818) de Mary Shelley
  • “Drácula”, (1897) de Bram Stoker
  • “El extraño caso de Dr. Jekyll & Mr. Hyde”, (1886) de J.L. Stevenson 
  • “El retrato de Dorian Gray” (1890) de Oscar Wilde
  •  “La leyenda Sleepy Hollow”. (1820) de W. Irving

¿Con qué vino pasarías el trago?

Clásicos que, sin ninguna duda, serían más disfrutados maridados con vino una noche de Halloween; pudiéndose hallar incluso, relación directa entre copa y prosa. Los paladares neofitos se iniciarían por blancos de moderada acidez pero buena expresión aromática y frutal como un airén DO La Mancha que maridan a la perfección con estas cinco obras de corte juvenil.

rESULTA INEVITABLE RECURRIR A UN TINTO JOVEN TEMPRANILLO PARA ACOMPAÑAR ESTOS LIBROS DE TERROR

“La ferviente conexión entre la idiosincrasia vínica y novelística”

Por ejemplo, esa predisposición sanguinolienta del vampirismo romántico en “Carmilla”, “Lenore”, “Christabel”, “El Giaour”, o “Manor”, aúna un tácito simbolismo con el tinto joven, más por su esencialidad intrínseca, que en su similitud cromática, como fuente revitalizadora de vigor, fuerza, salud y empuje reconstituyente.

En busca del número 6

El primero de los tre dígitos se asocia al 666 como número del anticristo según el Apocalipsis de San Juan en 13:18 y la llegada del fin del mundo:

«Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.» 

Unos textos escritos durante la persecución a las primeras comunidades cristianas que las fuentes históricas vinculan con el propio Nerón, de fatuo recuerdo para los anales del Imperio Romano.

Sea como fuere el número 6 tiene un significado provisto de cierta maldición bíblica, en contraposición a otros dígitos de carácter sagrado como el «7» o más aún el «10» (como las 10 Tribus de Israel; o los 10 mandamientos en las tablas de Moisés). 

Al igual que los crianza/reserva, en sus silentes barricas, legándonos reminiscencias de aquellos atormentados fantasmas que guardan pacientes en su limbo extramundano, como en “El Castillo de Otranto”, “La caída de la Casa Usher”, o “El Guardavías”. Por no hablar del airén o los espumosos, cuya acidez e ímpetu, nos transporta a la mística ufológica de “La Guerra de los Mundos”, o bestiarios de la talla de “Aberdeen”, ya sea por la verdosidad del prototípico marciano o esa colosidad del Metaverso que nos deja sin habla, como si de la astringencia del retrogusto de un verdejo se tratase.

Relatos de autores como Lovecraft o Allan Poe podrían redondear la cifra sexta en terror

Las penas (literarias) con vino, son menos penas

En definitiva, desde el Consejo Regulador DO La Mancha, pretendemos transmitir, tanto el aliciente placentero que supone disfrutar de un buen libro con una copita de vino como báculo, como la profunda raigambre existente entre nuestros productos y el horror textual, en estas fechas, tan señaladas en Halloween.

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