Bahamontes, Premio Gran Reserva 'Vinos de La Mancha' en 2016
Bahamontes, Premio Gran Reserva 'Vinos de La Mancha' en 2016

Vuelve el Tour de Francia a su escenario natural con las etapas de montaña. Vuelven los Pirineos con su mítico Tourmalet, con esas curvas de herradura, atestadas de colores, cal y banderas alentando al pelotón en unas rampas infinitas, con paredes de asfalto donde hasta paga peaje el embrague de los propios coches.

Un esfuerzo agónico que tiene atrapado al relajado espectador de verano etapa tras etapa alpina. Las mismas que roban las siestas de miles de españoles frente al televisor en las soporíferas y tórridas jornadas del mes julio.

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18 de julio de 1959 en los Campos Elíseos

Es en días como estos, cuando el ciclismo por unas semanas reivindica su lugar para ganar su propio espacio. Hoy, 18 de julio, de funesto recuerdo para la historia de España con el comienzo de la Guerra Civil, recordamos también el Primer Tour de los españoles, conseguido por Alejandro Martín Bahamontes, el “águila de Toledo”, en 1959.

En aquel Tour se impuso a grandes ciclistas franceses, por delante del gran Anquetil, al que aventajó en más de 5’.

Podium del Tour de 1959. Fuente: pagina oficial del Tour, www.letour.fr
Podium del Tour de 1959. Fuente: pagina oficial del Tour: www.letour.fr

¿Cómo era el ciclismo de Bahamontes?

Menos táctico y estratégico, el ciclismo que le tocó (sufrir) a Bahamontes tiene más de toque heroicos que el actual.

Bici antigua y vinos de La ManchaEntonces cada participante lo hacía prácticamente embarcándose en su propia aventura. Por supuesto, no existía el respaldo del director del equipo ni los pinganillos.

  • Tampoco existían los pulsómetros, ni los potenciómetros para medir los watios de la pedalada. El ciclista atacaba al azar de sus propias piernas, por sensaciones, que diría Perico, otro mítico escalador. Los ataques se realizaban desde el comienzo del primer puerto.
  • Corrían con dos maillots y dos culottes cada uno.
  • Bicicletas más pesadas: Bahamontes, campeón del maillot lunares de la montaña, pasará a la historia por ser uno de los mejores escaladores. La pesada bici de 12,7 kilogramos y un desarrollo infernal de 52 x 13 no le impidió volar metiéndole la minutada a sus más directos rivales. Hoy los aficionados hacen las subidas más humanas con un compact con 50 x 34 mientras que el ciclista profesional sube los  puertos especiales con bicis por debajo de los 7 kgs.

 Vino, helados y trabajo duro

Con una salud de hierro, este toledano no esconde sus viejas aficiones. Su carácter obstinado (imposible no tenerlo si quieres triunfar en el Tour) dicen que se forjó trabajando con una pesada bici por las empinadas cuestas de Toledo.

Bahamontes y los helados

Su fama explosiva y su anécdota de los helados le viene de aquella subida en 1954, al puerto de Romeyère, de 1.074 metros, cuando, tras coronar, una avería mecánica le obligó a sentar esperando al coche de equipo, mientras engullía con estoicismo un helado que un simpático aficionado le había ofrecido.

Bahamontes, en 2016, Premio Gran Reserva junto al Presidente DO La Mancha, Gregorio Martín Zarco y el el representante de Cruz Roja en Toledo
Bahamontes, en 2016, Premio Gran Reserva junto al Presidente DO La Mancha, Gregorio Martín-Zarco y el el representante de Cruz Roja en Toledo

Desde entonces, el propio Bahamontes admite con su particular humor que “gracias al ciclismo se ha permitido comer de todo”. No hay más que ver su lozano estado de forma en este toledano con 91 años recién cumplidos.

Bahamontes, Gran Reserva

Toledano de corazón y nacimiento, el “águila de Toledo” nunca ha escondido su cariño por su Castilla-La Mancha, y por su la ciudad imperial, reconociendo la tradición vinícola de la región.

Por ese motivo, el Consejo Regulador, en reconocimiento a toda su trayectoria, le entregó en 2016, el Premio Solidario ‘Gran Reserva’ cuya cuantía cedió a la Cruz Roja de Toledo.

Ya en aquella gala, en el Circulo de Bellas Artes, Bahamontes realizó una defensa a ultranza del consumo de vino en moderación: “bebed vino y estaréis más sanos y si no miradme a mí”, bromeó entonces.

Un deporte que se reivindica cada verano

Recordar a Bahamontes supone el homenaje a una gesta que luego repetirían, cada uno con su estilo, los Ocaña, Delgado, Indurain, Pereiro,  Sastre y Contador, décadas después.

Por algo, es junto a las propias Olimpiadas o el Mundial de Fútbol,  probablemente, uno de los eventos deportivos estivales con mayor resonancia mediática en el mundo.

Se multiplican las grupetas de ciclistas en las carreteras donde resulta hasta agradable romper el viento en las fresquitas mañanas de verano, con la tregua del mercurio.

Incluso, este sufrido deporte (que aún se relame las heridas en la credibilidad de sus campeones en el dopaje) goza de algunos segundos de gloria informativa en los titulares televisivos robando protagonismo a los culebrones estivales del mercado de fichajes del todopoderoso Don Balón.

 

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