La leyenda del Santo Grial ha servido de inspiración a diferentes generaciones durante la Edad Media

Evolución histórica de la copa de cristal durante el servicio del vino.

Tan importante es el continente, como por supuesto, el contenido. O dicho con otras palabras, la percepción de la calidad de un determinado producto viene, en muchas maneras y factores, previamente mediatizada por la primera impresión visual. Una sensación que también influye en casos concretos durante la cata ya que no es lo mismo una determinada copa para percibir y disfrutar cada vino. En este sentido, el material o la propia forma o curva de la copa puede influir en el juicio catador.

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Lujo y cristal y lujo

Frágil por naturaleza, podemos confundir el vidrio con el cristal. En esencia, químicamente no es lo mismo. El vidrio es un material compuesto de arena de sílice, carbonato de socio y caliza, que se funden a unos 1.500° C.

El cristal, aunque se encuentra por formación de su propia naturaleza en determinados minerales, tiene una acepción diferente cuando se designa al compuesto de  vidrio con óxido de plomo, lo que le ha conferido una estructura, ligereza sonido y composición tan particular y seductora a los sentidos a lo largo de los siglos.

Una familia patricia degusta un vino en una domus romana
Una familia patricia degusta un vino en una domus romana

Aunque se dice que, quizás el vidrio ya fue descubierto en el mundo egipcio, con limitaciones técnicas que dotaban a las piezas de una cierta irregularidad y unicidad, ya en la antigüedad clásica, los romanos fueron capaces de dominar la técnica de sus altos hornos, para trabajar el cristal. Sus innovaciones crecieron en el color, con la introducción de óxidos metálicos. Son numerosas las fuentes que citan la invención y los avances del vidrio como recipiente para el servicio del vino.

Hasta entonces, el vino se transportaba en pellejos de cuero, sustituidos después por ánforas de barro. Mientras que el consumo se realizaba en vasos de madera y copas de barro, mucho más económico en su elaboración. Será Plinio ‘el viejo’ (el mismo que por cierto falleciera en los gases eruptivos del Vesubio en Pompeya en el 79 dc) el autor que nos aporta información más detallada sobre la industria del vino en las fuentes clásicas con su obra ‘Historia Natural’.

Se atribuye a los mercaderes de natrón (carbonato de sodio muy requerido como especia en Egipto) en sus rutas desde Siria el descubrimiento accidental del vidrio: “Se cuenta que los mercaderes de nitro, habiendo arribado allí, preparaban, dispersos sobre la orilla, su comida; no encontrando piedras para elevar sus marmitas, empleaban para este efecto panes de nitro de su cargamento; este nitro, sometido a la acción del fuego y al mezclarse con la arena, hizo que los mercaderes vieran fluir arroyos transparentes de un líquido desconocido. Este fue el origen del vidrio.”

El vidrio, pese a todo, quedaría relegado a las elites romanas en un consumo que restringía su uso a citas domésticas en veladas más íntimas. Así, mientras la plebe consumía el vino más rutinario de las tabernae en vasos de barro, patricios y estamentos sociales más pudientes, lo hacían con copas de cristal, como un lujo y placer (visual y acústico) para los sentidos. Hay quien defiende el origen clásico atribuido a Dionisios, divinidad del culto al vino en Grecia, en el placer sugerido para “deleite de todos los sentidos”, incluyendo al oído al entrechocar las copas.

Perfección, técnica y tipología

Desde entonces, no concebimos el vino sin ser consumido en cristal, aunque sus formatos han variado a lo largo de varios siglos.

Cada copa con su vino

Vaso o chatos

Los chatos de vino son pequeños vasos anchos. Se asocian a la tradición de “chatear” con los amigos, en la ronda de los bares. Su consumo es sinónimo de aperitivo dominical, rápido y distendido, cerca de la barra o en terraza junto a la cuadrilla de amigos. Cuando se quiere alternar sin perder la moderación, es recomendable que los chatos de vino no superen los 100 ml de cantidad.

Catavinos

Como su nombre indica, las copas de cata están diseñadas para sesiones técnicas. Su abertura es más estrecha perjudicando a los vinos que requieren más tiempo de oxigenación. Más factibles para encontrar defectos que virtudes en un vino.

Copa Borgoña

Tienen el bulbo visiblemente voluminoso. Reciben su nombre de la zona francesa de Borgoña, cuna de los blancos chardonnay, variedad blanca que tan bien están funcionado en DO La Mancha en paso por madera. Algunos vinos jóvenes por su capacidad aromática son bien recibidos en estas copas, aunque son los vinos  tintos de largo paso por crianza los más agradecidos, al permitir su movimiento y aireado mucho más completo.

Copa Burdeos

 También asociada a un zona vinícola francesa, con forma más estilizada, semejante a un tulipán, es un copa muy recurrida en hostelería por su carácter polivalente, apropiada para todo tipo de vinos, aunque su cuello es más estrecho. 

Copa Sauternes

Este tipo de copas están relacionadas con los vinos blancos de la zona de Sauternes, vinos dulces muy específicos elaborados por medio de la intercesión de la  Botrytis cinerea, también conocidas como podredumbre noble (que permiten una concentración en aromas por deshidratación de la baya y acidez adecuadas) . Hoy, las copas sauternes completan las vajillas más esnobistas. Ideal para los vinos dulces de su gama.

 Copa Pompadour versus copa de flauta

Cuenta la curiosidad histórica que fue copa Pompadour quien dio nombre a estas copas destinadas para el espumoso (champagne), tomando como molde en el diámetro el seno izquierdo de la reina María Antonieta, esposa de Luis XVI, último de los monarcas borbones guillotinados en la Revolución Francesa. Leyendas aparte, son copas ya en desuso por su gran apertura, que facilita la rápida expansión de la burbuja, restando aroma y visibilidad a la magia cosquilleante de un espumoso.

Hoy día, las copas de flauta, más estilizadas mantienen la elegancia para este tipo de vinos permitiendo al menos una redirección del rosario de la burbuja más vertical.

La leyenda del Santo Grial

Identificado con el cáliz o copa de Cristo en la Ultima Cena, por su valor simbólico  y ritual se convirtió en el gran mito por el que suspiraron las cortes europeas en la Edad Media, incluso, el III Reich y su ideología supremacista no eludió su búsqueda durante la II Guerra Mundial.

Ya los evangelios deslizan unos versículos sobre su importancia cuando relatan la escena que narra el inicio de la Pasión con la Sagrada Cena. Por ejemplo, en Lucas 22:20-21 “De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que será derramada por vosotros”.

Más concretamente, según el cristianismo dejó constancia del pacto divino con la humanidad con las palabras que pronunció Jesús al levantar la sagrada copa, “este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Haced esto en memoria mía siempre que beban de él”. Un gesto que se repite de manera ordinaria en cada eucaristía con la transubstación (conversión del vino en sangre de Cristo, convertido a dogma en el Concilio de Lyon en 125) por el que se dotó al cáliz de un valor mágico, summum de todas las reliquias medievales.

A lo largo de los siglos mucha sangre se ha derramado en la búsqueda del Santo Grial
A lo largo de los siglos mucha sangre se ha derramado en la búsqueda del Santo Grial

Las revueltas hebreas  acabarían con la represión definitiva por parte de los emperadores Vespasiano y sobre todo Tito, que provocarían una diáspora judía por las diferentes provincias romanas. Una región, en Oriente Medio, sujeta histórica y continuamente a tensiones y conflictos, como demostraría la propia Edad Media. Las cruzadas medievales aunque no evitarían la caída de los santos lugares en manos sarracenas, si contribuirían a acrecentar el intercambio cultural, comercial y espiritual (por medio de sus reliquias) de Tierra Santa con la Europa occidental, sumergida en pleno feudalismo.

No obstante, el origen de la propia leyenda pudo haber nacido mucho antes, durante el bajo Imperio, con las primeras excavaciones de interés llevadas a cabo por Helena, madre del emperador Constantino (que a la sazón, en el 325 dc, declararía al cristianismo religión oficial de Roma).

Monumento al Rey Arturo en las costas británicas
Monumento al Rey Arturo en las costas británicas

Se narran hechos que relatan el hallazgos de objetos de fervor devoto como la (vera) Cruz, la sagrada lanza, la corona de espinas o el propio cáliz. Este último caería en olvido hasta que, siglos después,  algunas obras medievales lo mencionan, vinculándolo, incluso con la corte del Rey Arturo en la Britania.

Fue concretamente, en el siglo XII, cuando el clérigo galés, Geoffrey de Monmouth define el sustrato cultural ligando al Santo Grial con las islas británicas. La corte plagada de juglares y trovadores de (Leonor de) Aquitania y su marido, Enrique II de Inglaterra, terminaron por dibujar el mito que hoy conocemos, haciendo de una copa, y una libación, un momento sagrado.

 

 

 

 

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