Un tinto a punto de la maloláctica en bodega

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De la vid a la copa, trazamos la historia de un vino tinto tempranillo DO La Mancha, relatando en esta ocasión el proceso de la fermentación maloláctica

Ya soy vino. Soy joven y requiero tiempo. Pero no es sino cómplice aliado de la calma espera en mi casa, la bodega.

Mis arterias ya vierten aquel aliento rojo de luna y frambuesa, fresa y estrella, noche grácil de sotobosque y quizás especias…quien sabe si después manto de roble, madera.

Pero aún soy joven, imberbe en el ocaso estival que completan las vendimias.

Hace pocos días el tiempo durmió mis sentidos para salir del trance en maloláctica, para ganar en finura, restar aspereza a mis formas, devolver la justicia a mi apellido; porque soy tinto y me llaman tempranillo.

Entre bombas de trasiego y malolática

En aquel estadio de catarsis, pasaron mis entrañas por la fermentación maloláctica, convirtiendo el ácido málico en ácido láctico. Habré perdido con los días astringencia y mi tacto no será tan áspero al comienzo, aunque aún tendré el primer arranque salvaje en boca…necesito tiempo para sincerar mis jóvenes modales.

Apunto maneras con talla de vino y estructura, rudo y fuerte como los inviernos que soportó mi madre tierra en vid(a). He perdido color pero dice César que me acerco a los 14 puntos, con una acidez volátil que ronda los 0,35.

En sulfuroso libre reflejo los 25 miligramos/litro y aunque sé que ya me esperan,  aún tienen que darme tiempo.

Aún es pronto. No quiero ser decepción en copa. Las prisas no son consejo para quien lleva una añada esperando. Es preciso “que se pula, que sea más suave” mi esencia.

Por eso, cuando las lluvias acortan la jornada, cuando el mercurio rebaja sus niveles y cuando las tardes son castaña, membrillo, nuez y naranja, entonces reposo en casa, en la bodega. La que me acoge durmiendo en depósitos, en trasiego hacia el bendito vientre de barro que me cobija y oxigena, peinando de limpidez los párpados de glicerina.

Pero mientras tanto, dejadme reposar, dormir en el sosiego otoñal…pronto nos veremos.

Sigue la historia completa:

Diario de un vino (I): listas y maduras

Diario de un vino (II): vendimia de tempranillo

Diario de un vino tinto (III): para quitarse el sombrero

Diario de un vino tinto (IV): de aquel milagro y levadura

Diario de un vino tinto (V): trasiego de anhelos

1 COMENTARIO

  1. !Diario de un vino!.Solo añadir gracias por una narración tan bonita y emocionante para los que amamos la viña y disfrutamos criando esa uva Cencibel y nos gusta compartir un buen tempranillo con los amigos

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