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Recuperamos los sabores primaverales que definen a la Semana Santa a través de sus tradicionales recetas.

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Fundamentos históricos de la Semana Santa

Voluptuosa y caprichosa en sus reflejos, vital y noctámbula compañera de viaje para muchos, la luna llena acude cada puntualmente a los cielos nocturnos según sus propios ciclos.

Un calendario lunar que no dudó en ser adaptado al sustrato común y religioso de la cultura occidental durante la Baja Edad Antigua, para fijar la celebración de Semana Santa, que según la tradición, se ajusta al equinoccio de primavera.

¿Por qué la Semana Santa en primavera?

Desde el Concilio de Nicea, celebrado en 325 dc, la Semana Santa convoca a los cristianos en el Domingo de Pascua de Resurrección justo después de la primera luna llena de la primavera (21 de marzo).

Un calendario lunar adaptado al rito cristiano e importado de la tradición hebrea que a su vez adopta los ritmos biodinámicos del calendario astronómico de Oriente Próximo, en culturas más antiguas todavía, como Babilonia y Sumeria.

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No hay mesa que no tenga torrijas en casa cada Semana Santa

La Cuaresma y sus recetas

Sin embargo, no es la única referencia cultural de la Semana Santa, cuya celebración, más allá del fervor y la devoción popular cimentada en la imaginería de los pasos y procesiones, presenta un interesante sustrato cultural.

También para el caso de la gastronomía, precedida en Cuaresma por la tradición de los guisos de antaño, aderezados en el regusto y sabroso respeto a nuestros ancestros.

Instituida y consolidada después del Edicto de Constantino (Milán 313 dc), donde el cristianismo se afianzará social y poderosamente en las entrañas del Imperio, la Cuaresma fijaría una periodo de 40 días para la preparación de la Pascua de Semana Santa. Austeridad, reflexión y penitencia definen a esa “cuarentena” de preparación hasta la llegada del acontecimiento más importante para los cristianos con la resurrección.

Receta de torrijas

La torrija es, probablemente el dulce de repostería que mejor define este periodo. Llegados a los postres, la invitada excepcional es la torrija y también el arroz con leche

La torrija puede realizarse con vino aunque lo tradición las sitúa como una tentación de golosos (galgos en el argot manchego) en los tiempos de cuaresma.

Ingredientes

  • Una barra de pan del día anterior.
  • 4 huevos.
  • 1 litro de leche entera.
  • 1 taza de azúcar.
  • Un trozo de cáscara de limón y otro de naranja.
  • Una rama de canela en rama.
  • Una cucharadita de canela en polvo.
  •  3/4 de litro de aceite de girasol para freir.

huevosPreparación 

  1. Calentamos la leche en un cazo a la que previamente hemos añadido la mitad de azúcar. Cuando está ya caliente, pero sin hervir, perfumamos la leche con las cáscaras cítricas de limón, naranja y la ramita de canela. La paciencia es clave para que el azúcar se disuelva bien y la leche tome los aromas especiados.
  2. Preparamos el pan, cortándolo en rodajas (con un grosor no superior a los 2 cms). El pan se puede comprar ya hecho para aquellos que no dispongan de tiempo.
  3. Remojamos bien (15 segundos) cada rodaja de pan hasta emborracharla de leche, dejándola que reposen durante unos minutos. 
  4. Pasamos después las rebanadas por un plato donde se han batido los huevos y repetimos la operación.
  5. Calentamos el aceite en sartén, controlando su alta temperatura.
  6. Freímos las torrijas hasta que vayan tomando un color dorado.
  7. Se rebozan en azúcar y canela para que suelten el aceite y se colocan en una fuente.

Trucos para unas torrijas «irresistibles»

Cada «maestrillo» tiene su librillo pero puedes seguir algunos consejos para conseguir unas torrijas irresistibles:

  • Añadiendo alguna especia extra como clavo que redoblará el toque aromático a las torrijas.
  • Un trozo de cáscara de limón te orientará cuando el aceite esté listo para freir
  • Renueva el aceite, filtrando el aceite o cambiándolo. Cuando lleves fritas una docena de torrijas saldrán muy oscuras y con resto de las anteriores.

Consumo en frío o caliente

Cada cual elige cuando disfrutar mejor este delicioso manjar. Hay quien las prefiere calientes, apenas recién salidas del fogón. Otros las dejan enfriar en la fuente para disfrutarlas «borrachas» de aquel néctar goloso.

Copa de moscatel¿Con qué vino maridan las torrijas?

Para platos donde domina el sabor dulce, se recomienda vinos igualmente dulces para evitar la sequedad y amargor que nos pueda provocar un vino seco.

Hay quien sugiere un moscatel naturalmente dulce para acompañarlas o un espumoso semiseco cuyas burbujas compaginan con la canela una sugerente sensación en el paladar.

 

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