Un tinto DO La Mancha junto a dos obras cumbres de Pérez Galdós
Un tinto DO La Mancha junto a dos obras cumbres de Pérez Galdós

Recorrido galdosiano por La Mancha en el centenario de la muerte de la pluma más representativa del Realismo en España.

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La llegada de Galdós a La Mancha

A finales de septiembre de 1862, un joven canario de 19 años apareció en la estación de trenes de Alcázar de San Juan. Fue el último paso para llegar a Madrid, que más que su ciudad, se convirtió en su musa. En efecto, hablamos de Benito Pérez Galdós.

La obra de Galdós refleja la transformación industrial y social del Madrid del siglo XIX.

Benito Pérez Galdós a los 19 años. Foto de la Casa Museo Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós a los 19 años. Foto de la Casa Museo Benito Pérez Galdós. Cabildo de Gran Cananria.

Este año, cuando se cumple el centenario de la muerte del icónico novelista, la capital le está rindiendo homenaje bajo el lema ‘Madrid es Galdós’. Pero Galdós no solo se sintió fascinado por la capital, también por la llanura manchega y sus peculiaridades.

El apego de Galdós por La Mancha

Pero la vinculación de Galdós con La Mancha va mucho más allá de aquella experiencia en el nudo ferroviario. No obstante, la fonda de la estación de Alcázar de San Juan es uno de los escenarios de Fortunata y Jacinta, una de sus obras cumbre.

Su retrato locuaz de la efervescente España del siglo XIX (Galdós testigo de la revolución gloriosa del 1868) transmite un rechazo a la novela romántica-folletinesca apostando en las formas por una narrativa seca y directa, capaz de conjugar a Dickens, Balzac y hasta el propio Cervantes, a quien sucede en los grandes maestros de la novela castellana.

Galdós moría el 4 de enero de 1920, ciego y pobre a pesar de su prolífica obra literaria.

También se inspiró en El Toboso para crear personajes literarios clave en sus novelas. «El más importante es Augusto Miquis, un médico que aparece en La desheredada, Tristana y Fortunata y Jacinta, entre otras», explica Jesús Vicente Arinero Gómez, guía turístico de Don Quixote Tours, la empresa oficial de la ruta del vino de La Mancha.

Retrato de Perez Galdos por Joaquín Sorolla en 1894
Retrato de Perez Galdos por Joaquín Sorolla en 1894. 
 

Y es que la influencia de este pueblo toledano fue total para el escritor, pues allí pasó varios veranos en casa de su amigo Antonio Nuño, que también le enviaba vino y queso manchego. «Era tan rico que hoy todavía se dice en el Toboso aquello de ‘que pague Nuño'», cuenta Arinero.

Más allá del ámbito literario, Galdós hizo una pequeña ruta por distintos pueblos manchegos en 1909, con motivo de la campaña electoral de aquel año, pues pretendía ser diputado.

Al contrario que sus papables personajes, retratados con pluma sagaz, la biografía de Galdós fue opaca.

Además de la patria de Dulcinea, también visitó Quintanar de la Orden, donde «pronunció un mitin ante más de 5000 personas en su plaza de toros, como candidato de la conjunción republicano socialista», cuenta el especialista, que explica que también mencionó en su obra decenas de municipios de la comarca, como Consuegra, Daimiel, Almagro, Valdepeñas, Argamasilla de Alba, Tomelloso o Miguel Esteban.

La influencia quijotesca de Galdós

Un aprecio por esta tierra que venía, como no podía ser otra, de su admiración por la obra de Miguel de Cervantes. «La lectura del Quijote le dejó a Galdós una huella profunda», detalla Arinero: «En el episodio nacional Bailén ahonda en el paisaje manchego, aunque con su personalidad irónica del porque aquí y no en otro lugar tuvieron lugar la andanzas quijotescas”.

Fotografía de Galdos. Imagen de la Casa Museo Benito Pérez Galdós
Fotografía de Galdos. Imagen de la Casa Museo Benito Pérez Galdós. Cabildo de Gran Canaria

De hecho, Galdós definía la llanura manchega como un “solitario país donde el sol está en su reino y el hombre parece obra exclusiva del sol y del polvo; país entre todos famoso desde que el mundo entero se ha acostumbrado a suponer la inmensidad de sus llanuras recorrida por el caballo de Don Quijote”.

El rechazo al folletín romántico, del que Víctor Hugo es su más firme emblema, puede ser comparable a la animadversión que sentía Cervantes por las novelas de caballerías.

Por todos estos motivos, este guía turístico invita a sumarse a las rutas Don Quixote Tours, con sedes en Toledo y Alcázar de San Juan, para «rendir homenaje» a La Mancha galdosiana. Como no podía ser otra forma, «con las mejores viandas, la mejor cocina y los excelentes caldos de la Ruta del Vino de La Mancha».

«En su obra literaria, Galdós demostró conocer La Mancha, y prueba de ello es su relato de la gastronomía manchega, algunas de sus páginas constituyen un auténtico recetario manchego, como ya hiciera Cervantes en el Quijote”, apunta Arinero.

El maridaje del ‘garbancero’

Valle-Inclán criticó duramente a Galdós, calificándolo de escritor ‘garbancero’ por su estilo, que consideraba ordinario y vulgar. Un adjetivo al que el canario dio la vuelta y reivindicaba como expresión de la escritura popular. Además, era un gran aficionado al vino. Así que, aprovechando que el temporal invita a ello, ¿por qué no homenajear este centenario?

Galdós fue denostado y apodado ‘garbancero’ por autores posteriores como Valle Inclán.

Claro que solo puede ser con un buen vino manchego, como aquellos de los que disfrutaba Galdós desde las tinajas toboseñas. Ya sea en dos vuelcos o tres, recomendamos acompañar la sopa, garbanzos y carne de este plato invernal con vinos DO La Mancha que tengan un ligero toque de roble. Eso sí, para este caso, nuestro consejo es que siempre sean tintos.

Una opción pueden ser los crianza, con al menos seis meses de envejecimiento en roble y una temperatura de servicio entre los 15 y 18ºC. Si se quiere reducir ese sabor y una temperatura de servicio más fresca, otra gran elección son los envejecidos en barrica, donde pasan unos 60 días.

Dormitorio del escritor en Madrid. Foto de la Casa Museo Pérez Galdós
Dormitorio del escritor en Madrid. Foto de la Casa Museo Pérez Galdós. Cabildo de Gran Cananaria.

O, por qué no, si prefieres que los aromas del cocido se entremezclen con los de la vida manchega, prueba con los jóvenes de la DO La Mancha. Un estímulo para todos los sentidos que no se aconseja servir a más de 12ºC.

Así que, queridos winelovers, ¿con cuál de los tres os quedáis para disfrutar al máximo de un buen cocido?

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